Mi artículo sobre Samborondón ha servido de punto de partida para discusiones sobre el tema a través de diversas redes sociales. Llama la atención que muchos mencionen más los riesgos futuros que pueden darse en la vía a la costa. Al parecer, la gente está más preocupada por los conflictos que puedan darse en tal sector, en un futuro no muy lejano. Lo ven como algo que aún tiene solución, y tienen razón. El desafío está en plantear la intervención más acertada; aquella que resuelva la mayor cantidad de problemas presentes y que genere menos consecuencias negativas en el futuro.
Muchas personas mencionan la posibilidad de hacer una segunda vía Perimetral. Opino que debemos aprender de nuestras experiencias pasadas y no repetir los mismos errores. Un anillo vial en el perímetro de la ciudad fue lo que dio paso a la duplicación desordenada del territorio de Guayaquil, entre las décadas del 90 y el 2000. Como consecuencia, Guayaquil mantiene una baja densidad urbana, es decir, pocos ciudadanos por kilómetro cuadrado. Estadísticamente hablando, somos una “ciudad-jardín”. Esto implica un alto costo en construcción y mantenimiento de redes de servicios públicos. Sería interesante que Interagua o Ecapag nos digan cuántos metros de tubería de agua potable hay por cada ciudadano que habita en nuestra ciudad. Ese sería el parámetro adecuado para medir eficazmente las consecuencias de intervenir sin planificación alguna en el ámbito urbano, solo a través de la formalización de los asentamientos informales. Lo mismo debería hacerse con las redes de la ciudad.
Formalizar los sectores informales es la peor opción para el crecimiento ordenado y económico de cualquier ciudad. Su práctica se mantiene más por los réditos políticos que por sus beneficios en el desarrollo de eventos urbanos. Una elección ganada vale mucho más que una ciudad planificada.
La solución que escogería para arreglar estos problemas sería la construcción de dos vías más, que conecten el sur y el norte de Guayaquil con Consuelo; haciendo así una ramificación de la actual vía a la costa. Una de estas ramificaciones debería conectar a Consuelo con el inicio de la Perimetral, al sur de la ciudad. La otra, pasaría al norte del reservorio de Chongón y al norte de Cerro Blanco para conectar y ordenar el caótico sector de Balerio Estacio y zonas aledañas. De esa manera, se solucionan los atolladeros que se dan –sobre todo– en la temporada de vacaciones. De igual manera, se puede disponer de varias interconexiones entre las tres vías; de modo tal que siempre haya la posibilidad de evacuar el tránsito vehicular por uno de estos tres ejes viales.
Finalmente, los territorios comprendidos entre estos ejes viales deberían contar con un plan de desarrollo, que no solo tome en cuenta los requerimientos del sitio y sus infraestructuras estratégicas (por ejemplo, el nuevo aeropuerto de Daular), sino que también defina, de manera ordenada, el crecimiento de la ciudad en el sentido este-oeste, para contrarrestar el crecimiento unidireccional de norte a sur, que nos hace padecer problemas de tránsito semejantes a los que se viven en la ciudad de Quito.