“Y es que no sabes lo que tú me haces sentir”. Esta es una frase de la canción Por debajo de la mesa, una de las interpretadas por el Sol de México, que culminó el pasado jueves en Guayaquil su gira 2012 por Ecuador. Esa frase parecía también identificar a los 18.000 fans que acudieron al estadio Alberto Spencer a oír los éxitos del controvertido Luis Miguel, quien no daba un show en el país desde el 2004.

Durante su estancia en la ciudad no se dejó ver por el lente público, pero en su show rió, cantó y entregó flores a algunas mujeres, aquellas que, en sus espectáculos, siempre pesan más en la balanza estadística de asistencia. Apareció en el escenario a las 21:40, con un terno negro. Hizo un popurrí de No sé tú, Suave y otras, y después de interpretar Te propongo y Con tus besos, dialogó con los espectadores.

“Estoy feliz de estar con todos ustedes y sentir ese calor, ese cariño”, dijo el mexicano. Después de preguntarle a la gente si estaba de buen ánimo, si tenía ganas de bailar o cantar, vino una pregunta sugerente, acompañada de un gesto pícaro, que generó algunos cuantos “improperios amorosos” de sus fans: “¿De qué más tienen ganas?”. Luis Miguel parecía nutrirse de los gritos, aplausos y ovaciones del público, que se mantuvo lleno de energía durante las casi dos horas de concierto que ofreció el artista.

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Un “medidor de la pasión” apareció al fondo, en una pantalla gigante. El Sol pedía a gritos a sus fans para que este llegue a su máximo nivel. Y ellos, obedientes, con su barullo lo lograron. Tres palabras, La barca, Somos novios, o Por debajo de la mesa, llenaron de romanticismo una noche en la que a pesar de la voz de Luis Miguel, imperturbable con el paso del tiempo, y de los cánticos de la gente, no tuvo el mejor sonido. Prosiguió con La gloria eres tú, Bésame mucho y en estos temas el mexicano ya empezaba a hacer recién, sutilmente, sus movimientos de baile característicos. Después de Inolvidable, aceptó un ramo de flores.

Interpretó La última noche, contagió a todos de Amor, amor, amor, se trasladó al pasado junto a un Frank Sinatra proyectado en la pantalla gigante de fondo con el tema Come fly with me. También le dijo al público No me puedes dejar así y también dio su Palabra de honor, así como en un momento le dio la mano a varias de sus fans, cuando bajó a un tramo del escenario más cercano con las primeras filas.

No hizo falta que él cantara Entrégate para que su séquito lo haga ni tampoco buscar a La incondicional, porque en ese momento todas lo eran. Fue en esta melodía, que gotas de lluvia amenazaron con apagar al Sol. Pero solo fue por un momento, ya que el cielo se despejó rápidamente para dar paso a su astro protagónico... esa noche en Guayaquil.

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La voz del cantante de 41 años también entonó Esa niña, Un hombre busca a una mujer, Oro de ley y Tú solo tú. Enseguida Luismi calentó a la gente con Te necesito y luego, una vez más, lanzó flores, y aprovechó para irse del escenario y lucir en su retorno, un nuevo conjunto, también negro. El artista demostró que para él No existen límites y se adueñó de la tarima con Qué nivel de mujer. Tampoco dudó en trasladarse a la década de los ochenta con Decídete y Los muchachos de hoy.

Mostró su mejor sonrisa en Si no supiste amar y rememoró también a La chica del bikini azul. El público, en aceptación, comenzó a saltar y más porque Luismi les cantó Isabel y Cuando calienta el sol. Así se despidió por un momento, pero el público rechazó el repentino ‘ocaso’. Pedía “otra, otra” y algunas casi difónicas exigían los títulos de sus temas favoritos.

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El mexicano proyectó su último rayo solar con Labios de miel. No faltó la chica que se subió al escenario. Aunque el guardespaldas de la celebridad la detuvo, Luismi accedió a darle un abrazo. Otras cuantas lo intentaron y otras lograron subirse, pero ya sin éxito, pues fueron detenidas por agentes de seguridad. Ya para ese entonces, el Sol se había escondido dejando, como su última canción del repertorio, un dulce recuerdo.