El estudiante del colegio Mejía, Édison Cosíos, que recibió el impacto de una bomba lacrimógena en su cráneo, el 15 de septiembre pasado, en una protesta estudiantil en contra del Bachillerato Unificado, será dado de alta aunque sigue en estado de coma.

“Todavía no le han dado de alta, pero se prevé esa situación”, dijo su madre, Vilma Pineda. “Los médicos me dicen que científica, humana y médicamente se ha hecho todo pero que no se podrá recuperar”. Su estadía en el hospital depende de los trabajos de adecuación que realiza el Ministerio de Salud en casa de sus padres.

“Me dicen que aquí corre el riesgo de infecciones. La casa es un lugar más estéril, en donde le podré tener el tiempo que le queda de vida. Así podrá estar con la familia”, comentó.

Publicidad

Las adecuaciones que deben realizar en casa son instalar una cama especial, máquina de oxígeno, máquina alimentadora, sondas, entre otros, para mantener a su hijo con vida mientras su corazón se reanima o deje de latir.

La Fiscalía tomó el 17 de enero las versiones de seis policías, uno fue llevado por la Fuerza Pública, dentro de las investigaciones para saber quién disparó la bomba lacrimógena.

El fiscal que lleva el caso, Henry Estrada, ordenó la segunda semana de enero ubicar al cabo Luis Miguel Gaibor Guevara. También han sido citados los oficiales Segundo Galo Benalcázar, Gustavo Sosa Castro, Richard Martínez Reyes, Manuel Stalin Riquelme y el policía Édgar Coraquilla.

Publicidad

Por ahora la Fiscalía tiene un solo sospechoso de hacer el disparo contra el estudiante el 15 de septiembre pasado. Se trata del teniente Hernán Patricio Salazar, contra quien se dictaron a finales del mes pasado medidas cautelares, así como la obligatoriedad de presentarse cada ocho días ante el juez Cuarto de Garantías Penales de Pichincha.

El departamento de Criminalística de la Policía designó a dos peritos en audio y video para una experticia sobre una grabación de audio y video realizada el día de los acontecimientos.