AGENCIAS-REDACCIÓN
ROMA-BARCELONA.- Mientras cenaba en la parte trasera del barco (popa), un gran estruendo alarmó al ecuatoriano César Steven Avecilla Maridueña, de 20 años, quien estaba lejos de imaginar que aquello sería el inicio de momentos de angustia, dolor y abandono que se vivirían en el crucero italiano Costa Concordia, que encalló el viernes cerca de Roma con más de 4.000 personas a bordo.