En tres meses todos los ecuatorianos mayores de 18 años y quienes vivan legalmente en el país se convertirán automáticamente en donantes de órganos, si en vida no dejaron expresado por escrito lo contrario, de acuerdo con la Ley Orgánica de Donación y Trasplante de Órganos, Tejidos y Células, vigente desde el 4 de marzo pasado, pero que regirá por completo al cumplirse un año de su expedición. La legislación, que se actualizó para darle una mejor calidad de vida a los ciudadanos que requieren de un órgano, aún no se aplica del todo por la falta de otras normativas.

Las razones son varias. Primero, la falta de la aprobación del reglamento definitivo por parte de la Presidencia, cuyo borrador envió el Organismo Nacional de Trasplantes de Órganos y tejidos (Ontot) en agosto pasado; aunque la ley determinaba que el Ejecutivo tenía solo 90 días para aprobar los reglamentos y decretos después de la vigencia de ley (para julio debía estar).

La ausencia de este reglamento impide aplicar a la práctica todo el contenido de la ley, en un país en donde unas 2.000 personas requieren un trasplante. En este año se han realizado 163, menciona la página web del Ontot, pero en ese mismo sitio se habla de 244 procedimientos en la parte de las estadísticas.

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Tampoco se han conformado a nivel nacional todas las listas de espera por órganos y tejidos, y por región. Solo aparecen en la página de internet (www.ontot.gob.ec) los pacientes que esperan un riñón o hígado (por región), así como los números de aspirantes a córneas. Del resto se desconocen las cifras porque aún se está recopilando la información, refiere el Ontot.

A esto se añade la poca difusión del proceso; el desconocimiento del tema al igual que de las obligaciones y derechos; y la ausencia de infraestructuras acordes en dependencias públicas, así como el reducido personal especializado y capacitado para los procesos.

También se suma la falta de bases de datos de potenciales donantes (a cargo del Registro Civil del Estado) que no pueden dejar por escrito su voluntad en la cédula de ciudadanía, cómo determina y obliga la ley.

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Una vez que en marzo rija por completo la normativa, solo podrán ceder sus órganos, huesos y tejidos aquellos que murieron en una Sala de Cuidados Intensivos. Esto porque en esas áreas un equipo médico podrá detectar a los posibles donantes, comprobar su muerte encefálica (el oxígeno y la sangre no llega el cerebro) y mantener los órganos y tejidos hasta que se realice la extracción y el trasplante, indican médicos especialistas.

“Para todo se trabaja contra el tiempo, pues los órganos no duran mucho tiempo. Por ejemplo, el corazón y el pulmón duran unas cuatro horas (preservados con equipos y medicinas adecuadas), después de ese tiempo se afectan y no sirven, y así con el resto. El hígado entre 12 y 15 horas y los riñones hasta 24 horas si pasan en neveras portátiles después de extraerlos. Y la piel y huesos se pueden extraer hasta 12 horas después si el cadáver está en refrigeración”, explica María Candela Ceballos, coordinadora de la Unidad de trasplantes del hospital Luis Vernaza (de la Junta de Beneficencia de Guayaquil).

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En vida se puede dar: cordón umbilical, uno de los dos riñones, parte de la médula ósea, segmentos de hígado y pulmón; y al fallecer, las córneas, pulmones, hígado, corazón, válvulas cardiacas, intestino, riñones, piel, huesos y tendones.

En el país no se hacen trasplantes de pulmón, de páncreas, de intestinos ni piel. Quienes requieren de estos procesos deben buscar en el exterior la posibilidad de ingresar a las listas de espera de los otros países. Ahí corren el riesgo de morir en la espera del órgano “salvador”, pues en otras naciones primero se prioriza a sus ciudadanos.

Así, al menos le dijeron a Ángela Viteri cuando en el 2006 le dieron un pronóstico de vida malo y a corto plazo. A partir de ahí buscó un hígado en Colombia, Chile y Argentina, en donde no tuvo suerte. En el 2009 su situación cambió cuando por primera vez se realizó un trasplante de hígado en Quito, y ella fue la beneficiaria, en el hospital Metropolitano de la capital.

Antes no se hacía este tipo de trasplantes por la falta de un especialista y un equipo acreditado y preparado para ello. Situación que no ha cambiado, pues no hay ningún otro hospital en el país que realice este procedimiento, así como en el caso del corazón, que se hace en esta ciudad, en la clínica Kennedy.

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Ambos hospitales son privados, al igual que el 78% de centros médicos de especialidades acreditados por el Ontot para extraer, conservar y trasplantar los órganos, tejidos y huesos. El resto está a cargo del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) y del Eugenio Espejo (del MSP para trasplantes renales), en Quito. Mientras que otros públicos como el Abel Gilbert Pontón de Guayaquil tiene una unidad de almacenamiento (banco) de córneas, no así el permiso para los trasplantes.

En la ley incluso se obliga a la Autoridad Sanitaria Nacional (Ministerio de Salud Pública) a fortalecer los servicios públicos de salud para que sean estos los que desarrollen los procedimientos de trasplantes de órganos, tejidos y células en el país.

No obstante, los centros públicos no cuentan aún con la experiencia (científica y práctica) de los privados ni con la preparación e instalaciones adecuadas para cumplir con este fin, mencionan sus médicos.

“Los trasplantes y todo ese proceso se seguirán haciendo en los hospitales privados, que sí tienen capital para invertir en su gente. Acá nosotros (los médicos) atendemos las urgencias y no hay equipos capacitados para ello. Peor es en cantones o ciudades pequeñas donde no tienen hospitales públicos de primera, ni ambulancias para los pacientes”, critica un médico del hospital Abel Gilbert, quien prefiere el anonimato por temor a represalias del gobierno.

Las capacitaciones para los médicos del sector público, que trabajan en las emergencias de las diferentes unidades del país todavía no se concretan del todo, según el personal de estas áreas. No así, a los involucrados en el proceso de coordinación del Ontot, quienes han recibido charlas y cursos en el país y en el exterior (España y Argentina).

“Creo sumamente necesario, y que no he visto son las campañas dentro de las unidades médicas. Es ahí donde los profesionales de la salud deben estar atentos para identificar a los posibles donantes y enseguida poder dar aviso”, señala Franz Serpa, médico especialista en trasplante de hígado del Hospital Metropolitano, quien se subespecializó en el exterior.

Con él coincide Paulina Chiluiza, coordinadora de la unidad de trasplantes de este, que agrega que los propios médicos de emergencias (al menos en lo público) no trabajan coordinadamente para salvaguardar a los posibles donadores.

En el caso de los privados, que están acreditados por el Ontot, ha sucedido lo contrario, porque son los mismos centros quienes preparan, invierten en infraestructura y envían al exterior a sus médicos, actividad que ha implementado el Ontot con quienes van a detectar a posibles donadores y a abordar a los familiares del fallecido.

Por cada órgano o tejido que se vaya a extraer, a mantener y a trasplantar se requiere un grupo de 15 (huesos y tejidos) y 30 personas (para órganos), solo en el área de quirófano, detallan los coordinadores y médicos de las unidades de trasplantes de los hospitales Alcívar, Kennedy y Luis Vernaza. La inversión solo en capacitación en el exterior para un médico especialista podría ir de $ 30.000 a $ 40.000, dicen doctores de estas áreas.

Otro problema que señalan los familiares de trasplantados es la falta de movilización y los pocos laboratorios especializados para llevar las muestras de sangre y transportar los órganos o tejidos a las casas de salud acreditadas en diferentes ciudades. Ahora con la ley se obliga a la transportación aérea, fluvial y terrestre a colaborar con el proceso, pero estos medios no funcionan las 24 horas del día. Sino que hay que esperar.

Detalles: Artículos por cumplirse aún
Lista de espera única
El Ontot aún recaba información para la conformación de las listas de espera por órganos y tejidos y por región, como lo determina el art. 25. El Estado debe cubrir los tratamientos por enfermedades catastróficas y por trasplantes (de por vida).

Referencia obligatoria
Pocos cumplen el art. 27, que obliga a todos los médicos, que diagnostiquen una enfermedad que requiera de trasplante, a notificar al paciente, y enviarlo a las unidades acreditadas como son los hospitales públicos y el IESS (para los de este seguro).

Integración de equipos
El art. 23 que señala que para todo tipo de trasplante se conformarán los equipos correspondientes (acreditados por el Ontot) tampoco se cumple en su totalidad, pues la falta de especialistas y de inversión limita el tipo de trasplantes.