El testamento original del extinto empresario Luis Noboa Naranjo, quien falleció en 1994 y fue dueño de un conglomerado de empresas, fue traído desde Nueva York a Ecuador. El trámite de traslado se concretó la semana pasada.

La Dirección Jurídica de la Cancillería confirmó ayer que el testamento, tras cumplir con una serie de requisitos de seguridad, arribó al país y fue entregado cerrado al Juzgado Séptimo de lo Civil de Pichincha.

El pedido para que el testamento se remita a Ecuador fue realizado en junio de este año ante el Ministerio de Relaciones Exteriores. La solicitud fue hecha por Luis Noboa Pontón, hijo mayor de Luis Noboa Naranjo, a través de una consultora particular.

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En el escrito de esa fecha, se alega que “el testamento de sobre cerrado debió haberse enviado a la Cancillería del Ecuador y esta a su vez a un juez que le toque en la ciudad de Guayaquil, nada de eso ha sucedido hasta la presenta fecha...”.

Además se acota que “el difunto entregó ese documento (el testamento) por el motivo que vivía en Nueva York, para que este sea guardado hasta su muerte, pero luego de su muerte tenía que estar aquí en Ecuador...”.

María Auxiliadora Palacios, quien gestionó el pedido de Luis Noboa Pontón ante la Cancillería, indicó que él no pudo ir a ver el testamento a Nueva York debido a que se le “quitó sin ninguna razón la visa”.

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Ella no adelantó las gestiones que realizarán, pero afirmó que funcionarios de la Cancillería ya le han confirmado que el testamento original ha sido notificado al Juzgado Séptimo de lo Civil de Pichincha.

En la década pasada y tras la muerte de su padre, Luis Noboa Pontón inició procesos en la Corte de Justicia en contra de Mercedes Santistevan vda. de Noboa, Gonzalo Noboa y de sus hermanos Álvaro, Isabel y María Elena Noboa.

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A su vez, él también fue demandado judicialmente por Mercedes Santistevan y su hermano menor, Álvaro, quien fue candidato presidencial y a cuyas empresas el Servicio de Rentas Internas (SRI) ha seguido la gestión tributaria.

Además, en el 2002, Luis Noboa Pontón pidió la nulidad del testamento de su padre. Basó su pedido en que el documento, que la ley considera “cerrado y secreto”, fue abierto siete veces antes de su lectura definitiva.