Los amigos de Federico Larrea le tienen sana envidia porque no tiene horario ni jefe.
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Cuando le toca trabajar hace jardines y bonsáis, y en su tiempo libre hace lo mismo, porque es lo que ama. Dejó su trabajo en una compañía de seguros a los 38 años para dedicarse a sus plantas y bonsáis, un arte que lo ha hecho recorrer el mundo.


Los amigos de Federico Larrea le tienen sana envidia porque no tiene horario ni jefe.
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Didier, de 17 años, cursaba su último año de colegio y estaba próximo a graduarse. Sus familiares lo describieron como un joven tranquilo y querido.
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