Como si se tratase de un deber cívico, me alisto con prolijidad. Con puntualidad poco característica del guayaquileño promedio llego con tiempo a un teatro copado de un público expectante, riéndose a destiempo de los videos que aparecen a los costados de la sala. La música suena mientras las cortinas develan a una mujer destrozando el castellano; es La Mofle.

Este personaje, interpretado con perfección milimétrica por Flor María Palomeque, se gana a un público diverso. En su salto de la pantalla chica al teatro, Palomeque enamoró a aquellos que llenaron la sala del Fedenador durante varias semanas. La reinvención del personaje televisivo en su adaptación a las tablas, permitió a la contraparte femenina del seriado La Pareja Feliz (lunes a viernes, Teleamazonas, 11:35), extender sus alas en el escenario.

Este mismo público ríe con solo ver la caracterización física de la actriz, su manera de hablar, y de un guión cargado de referencias a la cultura televisiva ecuatoriana y de un sinnúmero de chistes que escondían una sensibilidad y crítica socio-política.

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Pero si bien la gente supo encontrar las diferencias entre un monólogo y una rutina de stand up comedy, también pudo apreciar a la mujer detrás del disfraz, sonriendo no solo con lo ofrecido en escena, sino por la evolución de Palomeque como actriz y la transformación de La Mofle en un ícono de multitudes.