Mucho se ha dicho de una casa de Urdesa, famosa no por sus grandes dimensiones, ni por estar al pie de un caudal o por situarse al final de un puente, sino por sus leyendas. Se dice que ahí penan, que por las noches se escuchan voces y hasta gritos.

Deshabitada desde hace años, la vivienda ubicada en Higueras y Costanera fue invadida el sábado anterior por el arte ‘rechazado’, ese que no tuvo espacio en el concurso de pintura Salón de Julio.

Por esa razón los organizadores decidieron denominarla como la I Expo Inmundicipal. Y al local lo bautizaron el Muy Ilustrado Inmundicipio de Guayaquil, como sátira a las políticas culturales del Cabildo.

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Entre los espacios de la deshabitada casa se montaban las obras “rechazadas”, y otras que no han participado en el concurso pero cuyos autores, según cuentan, se sienten identificados con “este arte marginado”.

Una piscina con agua verdusca, putrefacta, sirvió de fondo a la muestra La chanchocracia, de Daniel Adum Gilbert, organizador del Inmundicipal.

La madera podrida y los techos viejos amontonados en varios espacios de la casa contrastaban con habitaciones intervenidas con pintura, como en Litro x mate. Un escenario similar se apreciaba junto al trabajo de Jorge Jaén, quien llevó sus Burros de Colores a esta exposición.

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Cerca de 20 obras, hechas en papel Craft con imágenes de burros, se colocaron en el sitio. “Esto nace como una protesta pero se convierte en un importante proyecto de arte urbano, tanto así que vamos a exponer, y subastar estos dibujos el 16 de agosto”, contó Jaén, quien recogió los “burros” de artistas como Luiggi Stornaiolo, María José Zurita y Marco Alvarado, participante del proyecto urbano Caballos de Colores.

Adum dijo que pudo acceder a este espacio tras haber conocido al dueño de la casa. “Es un extranjero. Coincidimos en Montañita. Hablé con él para que nos preste el lugar y gracias a eso estamos aquí”, explicó el organizador. Indicó que esta muestra fue autofinanciada.

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“Solo yo he gastado $ 600. Hemos hecho un fuerte trabajo en estas tres últimas semanas, limpiando, rasqueteando, arreglando todo esto”, dijo Adum.

“Yo vivo a dos cuadras y me pareció interesante que hayan escogido este lugar, del que se habla tanto, para hacerlo por un día un museo informal”, manifestó Leira Araújo, quien asistió junto a Julie Cañarte.

Se preveía que la muestra se efectuara solo el sábado, día en que el arte “rechazado” tuvo espacio en esa casa abandonada, que vuelve a ser habitada por la soledad y las leyendas que, acerca de ella, se cuentan.