Coberturas violentas en los medios

Un hombre es asesinado en su propia casa en un intento de asalto. Ya son tres los cadáveres de mujeres descuartizados que han aparecido en algunos lugares de la capital. Las víctimas de sicariato se cuentan por docenas en los balances semanales del delito. La cantidad de robos se ha vuelto un comentario cotidiano.Cuando la vida real parece una pesadilla en la que todos somos víctimas de la inseguridad, cabe la reflexión sobre la forma en que los medios de comunicación, en especial la televisión, deben informarnos sobre estos hechos.Colombia primero y México después son ejemplos en donde la violencia se ha tomado por asalto una nación. A pesar de que la responsabilidad es principalmente para la esfera gubernamental, en el país norteamericano los medios de comunicación acordaron no informar sobre ajusticiamientos, supuestamente para no contribuir en la lucha que libran las organizaciones criminales.Hace poco se cuestionó la difusión de las imágenes del asesinato del comerciante Christian Ruiz Marcillo en dos noticiarios de televisión. Una muerte más en las estadísticas policiales que tuvo como precedente haber sido grabada por una cámara de video y transmitida por televisión. ¿Cómo se debe leer, divulgar e interpretar una muerte violenta?El asunto no es solo abordarlo desde las imágenes, sino cómo exponer la criminalidad que sacude al país sin afectar la sensibilidad social. Desde el invento de la fotografía, en 1839, la muerte ha sido retratada exhaustivamente. Los premios Pulitzer de fotografía se han entregado a muchas gráficas que abordan este tema. Escenas de asesinatos y matanzas han servido para develar dolorosos testimonios.La pregunta es cómo se debe informar, por ejemplo, un accidente con saldo de personas fallecidas y/o heridas. Mencionar el número de personas sanas y omitir el de los que no sobrevivieron es contar una verdad a medias. Y lo que es peor, no registrarlos es tanto como condenarlos al anonimato.Bajo estas circunstancias, el debate respecto a lo que se muestra en los medios de comunicación tiene varias aristas que pasan por el reconocimiento de los Derechos a la Información, a la Libertad de Expresión, al Derecho a la Intimidad de las víctimas y se conjugan en los valores de ética que tiene cada medio.Los noticiarios de televisión son los programas con alto índice de audiencia. La alerta de “cuidado son imágenes fuertes” no es suficiente. Se requiere un relato y una edición que privilegie el respeto a la intimidad sin menoscabar la información. Ahí no media una estrategia para aumentar audiencia sino un fin: comunicar.Asumamos que el asesinato que se vio en pantalla contiene un alto valor informativo. Asumamos que no transmitirlo atentaba contra el Derecho a la Información que tiene el público televidente. Desde esa perspectiva puede justificarse el uso de esas imágenes.Sin embargo, no se eliminan los cuestionamientos que hacen relación con el Derecho a la Intimidad y el respeto a un público –muchos menores de edad– que presenciaron en sus hogares un asesinato que no fue sacado de la ficción, sino de la realidad.Por otro lado, la misma escena sirve como una muestra que revela lo que sucede en el país. Fue un mensaje desnudo y directo que debe disparar todas las alarmas posibles sobre la inseguridad que estamos viviendo. Ahí las imágenes aplastan el botón de presión social para demandar acciones estatales que pongan freno a ese tipo de hechos.Obviamente desde el Gobierno se condena este tipo de informaciones porque demuestra que el objetivo de control a la delincuencia no está funcionando.El camino, desde el aparato estatal, no solo es cuestionar, sino restringir la información de crónica roja, como ya se lo intentó en el pasado, para bajar la percepción ciudadana de inseguridad.Entonces hay que buscar una alternativa para informar sobre lo que ocurre en nuestras calles. No callar, sino mostrar con equilibrio y con mesura la tensión que vivimos los ecuatorianos porque podemos ser víctimas de cualquier hecho delincuencial.Dejar de reflejar lo que sucede en las calles puede llevarnos a vivir en una ficción de paz que no tenemos. Las imágenes deben ser usadas como un factor más de vigilancia y control.Si se eliminan esas alertas la televisión contribuye a tener una audiencia resignada, tranquila y en silencio. ¿Es eso lo que se quiere?

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