Alfonso Reece D.
Mi flamante licenciada en ciencias gastronómicas… No me han criticado por referirme a situaciones familiares en este medio, pero a alguien podría molestarle, aunque es verdad que solo lo he hecho cuando comentar esas circunstancias íntimas, me permite transmitir a mis amables lectores ideas válidas para todos. Los valores familiares deben ser defendidos y realzados, porque las sociedades no se crean desde el Estado, sino que nacen desde la familia. Insistamos en estas virtudes en estos feos tiempos, por eso respaldo tajante a quienes salen a defender de las coces de los viles el honor de su familiares vivos o muertos.
Elegiste una profesión hermosa pero difícil. La enorme mayoría de los chefs se desempeñan en cargos con sueldos bajos y con malas condiciones de trabajo. Claro que hay Bullis y Santa Marías, pero son casos desgraciadamente excepcionales. Y me angustia constatar que anualmente se incorporan miles de jóvenes graduados en gastronomía a un mercado laboral que es incapaz de absorberlos. Mas no se me pasa por el pensamiento que una entidad estatal establezca cuántos cocineros necesita el país al año y, por tanto, cuántos alumnos deben admitir las universidades en tal carrera.
Y ya que estamos hablando de cocina, hagamos un poco de fanesca. Los “Indignados”, esos españoles hijitos de papá que ahora quieren que los adopte Papá Estado y si no ensucian la plaza, protestan porque dicen ser “la generación mejor preparada” de la historia y que por tanto no deberían estar en el desempleo. No, la “buena preparación” no le garantiza a nadie un empleo ni una posición. Estos se los gana con otras destrezas que una educación demasiado centrada en lo académico no brinda. Gran parte de las universidades de todos los países viven mirándose el ombligo con complacencia filosófica, sin dar un vistazo al mundo real. El espíritu de empresa, la competitividad, la productividad, la visión de oportunidad, el sentido del negocio, la capacidad de riesgo y otras armas sin las cuales no progresan las personas ni los países, no se enseñan en las aulas, por lo menos no en las de la mayoría de centros de educación superior.
Publicidad
Si estas destrezas se cultivan y fomentan, entonces no será preciso que ningún consejo diga cuántos profesionales de tales ramas deben salir, sino que se garantizará que egresan preparados no para certámenes intelectuales, sino para la vida misma. Así, a pesar de las carencias evidentes, he visto a muchísimos jóvenes de tu profesión, a los que las circunstancias les fuerza a buscar su propia vía ¡y la hallan! No se ponen en una plaza a pedir pensiones y empleo, sino que montan pequeños restaurantes, servicios de catering, fabrican bienes intermedios y otras impensadas soluciones. Hay que vivir ilusionado, no ser un iluso.
Desdeciría de lo que he sido si dijese que la teoría debe desecharse. Pero esta debe enfrentarse con las mismas actitudes que la práctica: arriesgando, produciendo, emprendiendo… Por suerte tú has encontrado tu vía, que conjugará tu técnica con prometedoras facetas de investigación y de teoría. ¡Qué afortunados! Con tu éxito daré la vida por pagada.