Aunque no consta en el inventario de los edificios ‘modelos’ de la ciudad, entre los que están el estadio Guayaquil, ahora Alberto Spencer, las escuelas 9 de Octubre y Manuel María Valverde, la piladora que funcionó en los predios de la Atarazana y el cuartel policial de la avenida de las Américas, el coliseo cubierto de Guayaquil, bautizado Voltaire Paladines Polo, es una estampa inconfundible de la urbe.

Se debió al patrocinio de la Federación Deportiva del Guayas y el impulso de Voltaire Paladines Polo, Gustavo Mateus Ayluardo y otros dirigentes. Su construcción comenzó en 1961 y concluyó dos años después; el proyecto fue del arquitecto guayaquileño Simón Bolívar Jalón Feraud y la edificación por la compañía de construcciones Guayaquil.

Datos de la obra resaltan lo siguiente: estructura de hormigón armado (3.600 m³), de 6.000 m² de paredes de ladrillo, de un diámetro de 75 metros y una altura, desde la pista hasta el centro de la cúpula de 24 m. Cancha de madera de guachapelí sobre una superficie de 650 m² y asientos para 10.681 espectadores.

Publicidad

Durante la inauguración, el 30 de mayo de 1963, participaron el presidente de la República, Carlos Julio Arosemena Monroy; el ministro de Educación, Gonzalo Abad Grijalva; y el ministro de Obras Públicas, Miguel Salem Dibo. El vicario Rogerio Beauger bendijo las instalaciones y al basquetbolista Pablo Sandiford Amador le correspondió lanzar la primera canasta para estrenar los modernos tableros de vidrio con armazones de hierro.

Como se ha dicho, desde su apertura el coliseo cubierto se convirtió en el escenario de incontables jornadas deportivas, culturales, educativas, artísticas, religiosas, políticas y otras tantas manifestaciones del quehacer ciudadano porteño. Numerosas ocasiones ha servido para que las compañías circenses ofrezcan sus espectáculos e igualmente ha sido coso para programas taurinos y rodeos montubios.

Allí se han visto vibrantes eliminatorias tenísticas de la Copa Davis, partidos de baloncesto y combates de boxeo, lucha libre, judo, etcétera, con deportistas ecuatorianos y extranjeros. Igualmente las presentaciones de grupos teatrales, danzas folclóricas, patinaje sobre el hielo y ferias turísticas, artesanales y ecológicas.

Publicidad

En esos predios tampoco han faltado jornadas cívicas estudiantiles, elecciones de reinas, campañas de salud, convenciones religiosas y otras actividades que el espacio es corto para detallar. Y qué decir de nuestros cantantes y los llegados de otras latitudes para ofrecer conciertos en sus repletos graderíos.

Testimonian esto último los casos de Nelson Ned, Franco de Vita, Héctor Lavoe, Daniel Santos, Ricki Martín, Pedrito Fernández, Miriam Hernández, Willy Colón, Tormenta, Enrique Guzmán, Leo Dan Leo Marini, Sandro, José Luis Rodríguez (a) el Puma, Los Chamos, Linda Leyda, Los Parchís y muchas otras decenas de cotizados intérpretes.

Publicidad

En el coliseo Voltaire Paladines Polo se veló a Julio Jaramillo en febrero de 1978; en cambio, Raúl Velasco grabó en 1982 y 1986 su popularísimo programa internacional ‘Siempre en Domingo’. Estas y las evocaciones del lector, ayudarán a ratificar la popularidad de nuestra obra que al cumplir los 48 años de inauguración se arraiga mayormente en la memoria de los guayaquileños, que lo atesoran al igual que a otros tradicionales edificios.