Patricia Villarruel
MADRID.- Era ayer el estadio Vicente Calderón una verdadera bombonera. Ruidosa. Emocionada. Vuvuzelas, banderas, cuerpos pletóricos, éxtasis. Cerca de 25.000 almas adoraron a sus hijos pródigos. Futbolistas que les pueden llevar a lo más alto en la Copa América o a volver a disputar un Mundial. Ecuador y Colombia, frente a frente, en terreno madrileño.