QUITO
.- ¿Los adolescentes están preparados para la traición?, preguntó enfática la escritora Juana Neira a su colega María Fernanda Heredia, en la presentación de sus libros La nube # 4 y Patas Arriba.

Heredia reflexiva responde: "No, ni los adolescentes, ni nadie entiende la traición. Entendemos la definición pero nadie sabe cuándo inicia o cuándo y por qué ocurre. No sabemos cuándo empezó a desmoronarse todo. La traición no la llegas a entender jamás, solo está allí. Es dolorosa, desagradable, devastadora, pero es parte de crecer, lo importante es seguir creyendo, conjugando el futuro con los valores que tienes".

Ese es uno de los temas que construye con dos personajes adolescentes la escritora María Fernanda Heredia en Patas Arriba, su último libro de 157 páginas, perteneciente a la Serie Roja de la editorial Alfaguara.

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Ella comparte con sus lectores una historia sobre la traición y las aventuras que le ocurren a dos adolescentes en su paso por esa etapa de la vida.

Uno de ellos es Santiago, inocente, soñador a veces torpe, según la escritora. Cuenta que sus personajes no son guapos ni poderosos, sino más bien tímidos y hasta ingenuos.

En esta presentación doble de libros, realizada el pasado sábado en la Casa de Cuenca, era el turno de María Fernanda Heredia de indagar sobre la historia del libro La nube # 4, de la escritora Juana Neira.

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Previamente dio pistas de la trama: es un homenaje a las pequeñas cosas de la vida como salir a tomarse un helado un domingo por la tarde, un ramo de violetas, la ilusión del primer amor. "A veces se siente que ese libro fue escrito con lágrimas, con la sombra de algún dragón negro que oscurecía el ánimo de los personajes o de la autora", comentaba Heredia.

Para Juana Neira, este fue el texto que más dolor le ha provocado. Contó que el libro tiene algo de esos dragones negros del abandono, de la indiferencia, de la traición, de la mentira en algunos casos, de la enfermedad. Eso costó muchas noches de lágrimas, pero tiene un toque de esperanza porque a pesar de esos dragones hay un motivo para vivir y soñar, afirmó la escritora sobre su obra.

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Fusión. La nueva obra del periodista y escritor Jorge Ortiz es una mezcla de ficción con realidad.

Una velada llena de buenas historias, confidencias y mucha camaradería se vivió la noche del jueves pasado en la librería Mr. Books, del centro comercial El Jardín de Quito, durante la presentación del libro 50 historias, del escritor y periodista Jorge Ortiz.

El pequeño y acogedor auditorio de la librería reunió a varios amigos del autor, como Diego Oquendo, Javier Vásconez, Blasco Peñaherrera y Carlos Vera. Pero también a quienes han seguido a Ortiz por años a través de su labor periodística.

Aunque en el prólogo el autor hace hincapié en que 50 historias es una recopilación de textos periodísticos y no un libro de historia, lo que allí se cuenta se puede convertir fácilmente en un registro histórico.

El libro se divide en tres partes: Dioses, que agrupa ocho artículos que hablan sobre las diversas religiones del mundo; Hombres, con tres artículos que relatan el drama de tres grandes pueblos sin patria como los palestinos, kurdos y gitanos.

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Los 39 artículos restantes se conjugan en Historias de la Historia donde se hace un recorrido por la vida de un emperador bizantino matador de búlgaros o de tiranos ridículos y sus malas copias. También se habla de cosas esperanzadoras y jocosas como en El mago que hacía desaparecer ciudades o Turkembashi, el supremo.

Durante el discurso de presentación Alan Cathey, cónsul honorario de Albania en Ecuador, manifestó que en el libro Ortiz "se convierte en paleontólogo de la sociología de dinosaurios de la historia que hicieron daño a la humanidad, pero también regala momentos maravillosos como, por ejemplo, cuando relata la caída del Muro de Berlín".

El escritor confesó que durante estos años que siguió de cerca a la "horrible" política nacional la lectura se convirtió en un escape y hasta un refugio, como le sucedió durante los últimos años.

El periodista y escritor también ofreció palabras de agradecimiento a los amigos, colegas y familiares que lo acompañaron y apoyaron en lo que calificó como "un periodo de desajuste y cambio" en alusión a su salida de la televisión.