Debo referirme al artículo ‘Puñetazo democrático’, de Emilio Palacio, publicado ayer (el domingo).

El miedo y el odio no permiten pensar y actuar con objetividad. Emilio Palacio no tiene miedo, pero convierte al presidente Correa en eje y fin de cualquier cuestión.

Emilio Palacio admite que en determinadas circunstancias, para defender la libertad, por ejemplo, el pueblo y las autoridades estamos obligados a actuar de manera no común, atípica. Le parecería bien que yo hiciese un llamado, “permanente”, para que, “como en Túnez, Egipto o Libia”, el pueblo “se levante” para “derrotar a la tiranía”, con convulsión social y derramamiento de sangre incluido. Le parecería bien que “nos demos de golpes”, en manifestaciones, con los “represores” siempre que sean correístas, supongo. Allí se trataría de un plausible “puñetazo democrático”.

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Pero, no está de acuerdo que se actúe así frente a un insolente que viola la ley, liquida la justicia y da pie a que se atraque la ciudad, esto sin perjuicio de ser un represor de la libertad de información. Allí, un simbólico carpetazo podría producir “daño irreparable”.

No creo en aquello de que el fin justifica los medios. Simplemente sostengo que hay circunstancias que impiden al hombre, alcalde o no, reaccionar con ortodoxia para que no desaparezcan instituciones, valores o intereses trascendentes. Yo no he actuado en función de asuntos personales, de intereses particulares o para imponer algún criterio de carácter político. Escogí la única alternativa eficaz –y ha quedado probado que es así– para que no se viole la ley, se aplique la justicia, se mantenga la seguridad jurídica, se defiendan los fondos de la ciudad y se garantice la libertad de información, entre otras cosas.

Volviendo al tema de fondo, creo conveniente reproducir, en su parte fundamental, la posición de otro distinguido periodista: Jorge Vivanco Mendieta… “El alcalde de Guayaquil defiende con vehemencia –como debe ser– el patrimonio y los derechos de la ciudad… se opone, representando los intereses de la colectividad y por eso tiene el apoyo mayoritario de los habitantes de la ciudad. Así, será muy difícil que la maniobra depredadora culmine. La fuerza ciudadana es invencible… Si hubiese culminado la acción vendrían otras más, en una especie de efecto dominó que arrasaría con el ordenamiento legal actualmente vigente”.

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En todo caso, me alegro que tanto Emilio Palacio y yo defendamos, cada uno a su manera, valores trascendentes como la libertad. En eso coincidimos.

Jaime Nebot
alcalde de Guayaquil