Por Jorge Barraza (jbarraza@sinectis.com.ar)
.- Una joya colonial ilumina el sur peruano: la serrana Arequipa, cuna de Mario Vargas Llosa, pago del Misti, volcán que de tan bello uno termina queriendo y no temiendo. Con su mantón blanco en la cima y sus habituales fumarolas, es un símbolo arequipeño. Si le quitáramos los autos y carteles luminosos, podría decirse que Arequipa está anclada en el 1.700, que aún integra el esplendoroso Virreinato del Perú, del que España se amamantó durante algunos siglos (no tantos, unos tres; aquí en la peatonal Mercaderes, "el loco de la guitarra", un juglar criollo, sacude la modorra a ratos con un grito, o más que eso, un alarido: "¡España, devuelve el oro, la plata!" y deja pensativos a los caminantes que hacen compras o pasan apurados).

El mapa humano refleja el inmutable origen quechua y aymara. Su Plaza de Armas es una maravilla que uno no deja de mirar y admirar. Y la Catedral de Arequipa se inscribe por imponencia, belleza y grandiosidad como uno de los templos más soberbios del catolicismo.

Es delicioso caminar sus callecitas de adoquines seculares. El modernismo, como sabemos, se empeña en estropear lo que más pueda. No obstante, Arequipa pareciera mantenerse firme en impedirlo. Conserva orgullosa sus fachadas, sus balconcitos de madera colgados, su pasado, sus numerosas iglesias y museos arqueológicos, los enrejados.

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Fusión de la gigantesca civilización inca y de la conquista española, la arquitectura de Arequipa ganó para la ciudad el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad. Ni menos.

Por estos días está transitando esta urbe de tono virreinal un forastero de fama, camino a celebridad: es Neymar. A los 19 años (los cumplió ayer) es la luminaria excluyente del Sudamericano Sub-20, horno donde se han fraguado talentos como Romario, Ronaldinho, Maradona, Messi, Higuita, Francescoli y decenas más que luego deslumbraron en Europa.

Por ello, en cada edición pulula por aquí una nube de observadores europeos, representantes y emisarios de todo tipo, padres que vienen a cuidar su patrimonio (cada uno sabe que tiene una gallina de los huevos de oro). Aquellos vienen a buscar la mercadería que servirá para ganar títulos y dinero en un futuro cercano. Partidos hubo, y no es metáfora, donde se vieron más contratistas que público en las tribunas.

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Con 7 goles en 6 partidos y unos malabares impresionantes, Neymar es la referencia inevitable del Sudamericano. ¿Qué si es el heredero de Pelé, Zico, Ronaldo, Ronaldinho.? Es un crack, sin atisbo de duda. Hace goles de tiro libre, de emboquillada, eludiendo al arquero, yendo a buscar un centro, anticipando al zaguero e inflando la red de volea... ¿De qué juega? Adelante, como se decía antiguamente. Y es la más cabal expresión, porque no es puntero ni centrodelantero. Se mueve libre por todo el frente. Arranca como mediapunta y llega con enorme facilidad a zona de definición. Es un fantasista y un finalizador.

¿Será Neymar, como Arequipa, patrimonio futbolístico de la humanidad? Condiciones le sobran para serlo. Depende de su cabecita. Si adentro tiene los tornillos bien puestos, llegará. Dios sabe. También nos atrevimos, en su momento, a pronosticar a Robinho como un superdotado que alcanzaría el trono. Pero arribó a los 27 y no lo logró. No le dio la cabeza. Para ello hacen falta determinación, equilibrio, responsabilidad, inteligencia, conducta. Y alma de número uno. La que tuvieron, hasta ahora, Di Stéfano, Pelé, Maradona, Messi, la que tiene Cristiano Ronaldo, aún jugando menos.

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Cuando se diga Arequipa 2011 se dirá Neymar. Pero está Lucas también, un "10" hábil, velocísimo y asimismo con gol. Y Oscar, un volante por el que se han tirado de los pelos el San Pablo y el Inter de Porto Alegre. Oscar, que simplemente hace todo bien, debió salir escondido de Sao Paulo para fichar por el Inter. Se entiende porqué lo disputaron. Buena camada brasileña. No tiene cómo escapársele el título. No hay manera.

Lo notable, de todos modos, es el juego articulado, veloz, táctico de estas selecciones que ya dejaron casi de ser juveniles. Son equipos integrados por todos jugadores profesionales, algunos con más de un año en primera división. Otros, ya actuando en Europa. Tres décadas atrás uno tiraba a la cancha a estos chiquilines y era como patear un hormiguero, salían corriendo en diferentes direcciones, con entusiasmo y frescura, sin ataduras ni esquemas. Hoy son formaciones maduras y experimentadas. Marcan, presionan, calculan. Claro, aquellas eran Sub-19 y tenían que estar debajo de esa edad. Ahora pueden intervenir con 20 años cumplidos. De modo que hay dos de diferencia.

Esta noche, un plato imperdible: Brasil-Argentina. Choque de camisetas grandes, lujo para cualquier torneo.