Patricia Villarruel
Madrid.- Hay vida más allá de los llapingachos, el cebiche o la fritada. No se trata de restar valor a la comida tradicional ecuatoriana, sino de avanzar hacia la consolidación de propuestas de vanguardia. De acabar, en definitiva, con la estandarización de la oferta culinaria y apostar por una cocina creativa que no pierda sus raíces y que sea de alto nivel y técnicamente completa.















