“Vaya por el comandante Fidel Castro”, dice en voz alta, pero cortés, una joven mulata de La Habana de aproximadamente 24 años, que luce pantalón morado, ceñido al cuerpo, con una blusa del mismo color, zapatos de taco ancho y altos de lona, con los que invita a pasar a los clientes de un modesto restaurante en Quito.