Ante el uso inadecuado por parte de ciertos periodistas y ciudadanía de términos como “personas con capacidades diferentes”, “personas especiales”, etcétera, considero que debemos definir por qué es correcto decir mejor: “persona con discapacidad”.

La definición lingüística de “discapacidad” fue el resultado del consenso entre más de 70 países que en las Naciones Unidas emitieron un dictamen, y a la postre aprobó el pleno del organismo en su idioma original (inglés) el término “disabilities”, en sustitución de “handicapped”; después la palabra traducida al español “discapacidad” fue aceptada por la Real Academia Española de la Lengua en 1990, apareciendo vigente en su diccionario. Desde 1990 gobiernos del orbe y órganos internacionales, regionales, locales, aplicaron la palabra “discapacidad” para eliminar el uso de términos lingüísticos peyorativos para identificar a la población mundial que vive una desventaja física, intelectual o sensorial. De igual forma, la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, de la ONU, define la discapacidad como: “Deficiencia física, mental, intelectual o sensorial a largo plazo, que al interactuar con diversas barreras puedan impedir su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás”. En congruencia con lo establecido en los acuerdos internacionales y ahora en la Constitución del Ecuador, es adecuado decir “personas con discapacidad”. En cambio, los términos “personas con capacidades diferentes” o “personas especiales” no cuentan con fundamento etimológico, médico, académico, que los sustente.

El diccionario de la Real Academia Española señala que el término “capacidad” tiene varios significados, entre estos: “aptitud, talento, cualidad que dispone alguien para el buen ejercicio de algo”; “aptitud para ejercer personalmente un derecho y el cumplimiento de una obligación”. Por lo tanto, todas las personas cuentan con cualidades únicas y diferentes a otra, por lo que dicho término califica a cualquier persona, tenga o no una discapacidad.

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No se puede echar a la borda el trabajo realizado por años por la Organización Mundial de la Salud, lingüistas, entidades, para superar usos negativos tales como “ciegos, cojos, tullidos, minusválidos, mudos, locos...”, para referirse a este grupo de personas. El uso inadecuado del término ha causado graves confusiones en los ámbitos jurídicos y sociales. Incluso retrocesos en la defensa de los derechos de las personas con discapacidad, porque al usar un término ambiguo, es igualmente ambiguo quien posee estos derechos.

Víctor León Tenorio,
abogado, Guayaquil