BBCMUNDO.COM-AFP
PANAMÁ-PARÍS.- "Abatido" y "sorprendido" era la imagen que el ex hombre duro de Panamá, general Manuel Antonio Noriega, presentó, según testigos, esta semana al ser condenado a siete años de prisión por un tribunal de París que lo declaró culpable de lavar millones de dólares que trasladó a Francia en los ochenta, cuando gobernaba en su país.

Lejana quedó la figura del militar duro que por más de tres décadas colaboró con la CIA, fue acusado de asesinar a opositores, formó parte de carteles del narcotráfico, y decidió el destino de Panamá.

Fiscales franceses lo acusaron de utilizar 3 millones de dólares provenientes de pagos que recibió del cartel de droga de Medellín, liderado en ese entonces por Pablo Escobar, por permitir el paso de toneladas de cocaína colombiana por su país, para comprar tres apartamentos en barrios acomodados de París.

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Noriega dijo que el dinero provino de pagos que recibió de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA) mientras fue aliado de Washington en América Latina.

Su abogado, Yves Leberquier, señaló que la sentencia tiene trasfondo político y que EE.UU. "creó el 'personaje Noriega': gran traficante de cocaína, gran dictador" mientras que uno de sus ex ministros, Mario Rognoni, aseguró que Francia le ha "hecho el juego" a Washington, quien busca que muera en prisión pues "tienen pavor de que Noriega hable".

Auge y caída
El ocaso de quien fue el hombre fuerte de Panamá se consolidó la madrugada del 20 de diciembre de 1989, cuando 21.500 soldados estadounidenses tomaron por asalto Ciudad de Panamá y en cuestión de horas lo sacaron del poder.

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Sus estrechos vínculos con Washington se iniciaron en los años sesenta cuando habría sido reclutado como informante de la CIA mientras estudiaba en una academia militar en Perú.

En diciembre de 1969, sofoca un golpe de Estado contra el presidente Omar Torrijos y es nombrado jefe de Inteligencia. Ya entonces recibía pagos regulares como colaborador de la CIA en una región hostil a los intereses de EE.UU.

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Tras la muerte de Torrijos en 1981, en un accidente de avión atribuida por unos a un plan de la CIA y por otros a una conspiración de Noriega, este se convirtió en el poder oculto de Panamá como comandante de la Guardia Nacional.

Noriega apoyó el contrabando de armas de EE.UU. para los irregulares que se oponían al régimen sandinista en Nicaragua y a la guerrilla salvadoreña del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.

Pero los operativos servían de escudo para traficar con droga de narcos colombianos, como denunció Hugo Spadafora, uno de sus opositores políticos que apareció decapitado en 1985.

En 1987, el jefe del estado mayor, Roberto Díaz Herrera, acusó públicamente a Noriega de fraude en las elecciones de 1984, del asesinato de Spadafora y de complicidad con la CIA en la muerte de Torrijos, generando protestas que fueron duramente reprimidas.

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En 1988, EE.UU. impuso sanciones económicas a Panamá y en las ciudades de Tampa y Miami, en Florida, EE.UU., se presentaron cargos en tribunales federales contra Noriega por narcotráfico y lavado de dinero. El 7 de mayo de 1989 se anularon las elecciones ganadas por el opositor Guillermo Endara, al comprobarse que había recibido 10 millones de dólares de la administración de George Bush padre. Ante las protestas, la milicia dirigida por Noriega reprimió las protestas agrediendo brutalmente en las calles a los candidatos de la oposición frente a las cámaras de televisión, lo que indignó a la opinión pública internacional.

El 3 de octubre de 1989 el mayor Moisés Giroldi Vera falló un golpe militar y Noriega lo ejecutó junto a otros insurgentes.

Ese fue el detonante para la invasión y bombardeo norteamericano del 20 de diciembre de 1989, que culminó el 3 de enero de 1990, cuando Noriega se entregó al ejército invasor y fue trasladado a Miami, donde se lo condenó a 40 años de cárcel por narcotráfico, asociación ilícita y conspiración, castigo que se redujo a 17 años por buena conducta.

Detalles: Las víctimas de la invasión
Sin datos exactos
El padre Conrado Sanjur, de la Cordinadora Popular de Derechos Humanos de Panamá, reconoció que se ha jugado con cifras de 7.000, 5.000, 2.000 muertos (por la invasión), "pero no se sabe a ciencia cierta cuántos son".

'Daños colaterales'
Robert Appin, vocero del Comando Sur del ejército de EE.UU., señalo que las fuerzas estadounidenses hicieron lo correcto en Panamá y lamentó "cualquier 'daño colateral', como pérdida de vida o daños a la propiedad.