El guayaquileño Jorge Velarde se considera un pintor atípico. “Tengo una vida muy apacible; vivo muy lejos, retirado de la ciudad; no me veo con casi nadie del mundo artístico; llevo una vida familiar muy tranquila y una vida religiosa activa, en la que participo con mi esposa y mis hijos”, confiesa.

Pero no solo eso, es atípico porque, señala: “soy bastante aburrido, digo yo, a la vista de muchos”, aunque afirma que así se siente bien, muy bien. Para Velarde, si bien la pintura es su hecho cotidiano, muy significativo, no es todo en su vida, ya que hay otras facetas que son importantes. Se considera una persona que le da mucho valor a la familia. Y por ello, entre otros aspectos, en sus cuadros se encuentran retratadas su esposa, Anabela Garcés, y su hija, María Bethania; además, hay fotos familiares.

Velarde abrió el pasado jueves, en la capital, su muestra titulada Dispersiones, una exposición con 25 cuadros, la mitad de ellos trabajados en el 2010, con diversa temática.

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Los trabajos estarán expuestos en la galería Ileana Viteri hasta el próximo 31 de julio.

La muestra se denomina ‘Dispersiones’, ¿esa es la idea de esta exhibición?
El asunto es más bien que no había una idea. Normalmente yo no trabajo con ideas preconcebidas sino de una manera, podría decir, como desordenada, como permitiéndome caminar en las direcciones que se me van ocurriendo en diferentes momentos. En esta muestra hay como diferentes búsquedas, aunque todas apuntan a lo mismo, que es una búsqueda de mí mismo.

¿Esta exposición es un poco las vivencias de sus últimos años, de su vida misma?
No solamente esta exposición sino todo mi trabajo siempre ha sido eso: conocerme a mí mismo, conocer mi entorno, conocer a la gente que me rodea.

Entonces, ¿hay inspiración para cada uno de sus cuadros? Ahí hay uno del Che Guevara, vestido como un muñeco de juguete...
Esta imagen del Che Guevara, representando a un G.I.Joe, el popular juguete que es de un soldado americano, digerido por su enemigo, es porque la imagen del Che ahora está hipercomercializada. Ha sido digerido literalmente por su enemigo, que es la sociedad de consumo.

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Pero también hay una pintura de una persona con capacidades especiales...
Soy yo sin piernas.

¿Por qué se le ocurrió eso?
No tengo la más mínima idea. Las ideas de mis cuadros no están dirigidas a decir algo sino más bien son las sensaciones que yo siento en diferentes momentos. Esto más que querer comunicar algo lo que está haciendo es documentar un momento particular de mi vida.

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Pero el cuadro es dramático, ¿cualquiera pudiera pensar que usted está viviendo algo así?
No literalmente, porque no he perdido mis piernas, pero hay momentos en que todas las personas nos podemos sentir más o menos así, con la impotencia que puede sentir alguien que no puede movilizarse libremente; con la invalidez que puede sentir uno; esas limitaciones, esas frustraciones que puede generar esto (de vivir).

¿Todas estas son obras nuevas?
Son nuevas buena parte de ellas; hay otras que están para acompañar a estos grupos que se relacionan en la muestra. Hay otras obras de años anteriores que tienen relación con lo que he hecho últimamente.

¿Pero mientras presenta esta exposición sigue trabajando otras obras?
Por supuesto, pinté hasta el lunes (14 de junio).

¿Esta exhibición se convertirá en itinerante?
No. Así como no planifico mi trabajo tampoco planifico mi itinerario de exhibiciones. En alguna medida tengo que hacerlo cuando ya empiece a tomar forma este calendario de actividades. Normalmente no planifico mi proyecto de exposiciones. Yo espero a que las cosas se den. Sin embargo, estoy preparando una exposición para presentarla en Guayaquil.

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¿Para cuándo?
Para finales de este año.

¿Para cada exposición usted presenta algo nuevo?
Me mantengo activo. Llevo más de 30 años pintando. Y expongo cada año o cada dos. Yo pinto hasta lograr un grupo de obras para exponerlas. No es que pinto para comercializarlas o ubicarlas en lugares de venta. No trabajo así.

¿Qué sensación está sintiendo ahora cuando expone sus obras?
Emoción y nerviosismo, como es normal.

Hubo gente que entró, vio sus obras y lo felicitó, ¿qué quiere decir eso para usted?
Es un halago, siempre es un halago. Si la obra les gusta o provoca sensaciones eso es gratificante. Para mí está claro que yo pinto para encontrarme a mí mismo. Eso es fundamental.

¿Y se ha encontrado?
Yo creo que sí, pero no me he encontrado totalmente, por eso sigo pintando.

Estudió pintura en el Colegio de Bellas Artes (Guayaquil) y cine en el Taller de Artes Imaginarias (Madrid).

Ha participado en exposiciones colectivas en América, Europa y Asia y ha realizado exposiciones individuales.

Sus últimas exposiciones han sido: 2009, Galería Proceso, en Cuenca, y Galería Enlace, en Lima; y en el 2008, en el Museo Metropolitano, en Quito.

“Las ideas de mis cuadros no están dirigidas a decir algo sino más bien son las sensaciones que yo siento en diferentes momentos”.

“No trabajo con ideas preconcebidas sino de una manera, podría decir, como desordenada, como permitiéndome caminar en las direcciones que se me van ocurriendo”.