Jorge Martillo Monserrate
.- Tras la vitrina de esa galería hay joyas en plata de diseños originales que lucen piedras preciosas: ágata, obsidianas, jade, spondylus, etc. Piezas nativas recolectadas en las playas de la península de Santa Elena, a orillas de ríos o volcanes en erupción de nuestra Sierra.

Esas joyas son obra de orfebres peninsulares del Taller Spondylus, de René Armijos y Gloria Julio. Se las hace en Olón y se exhiben en la Galería Spondylus de Montañita.

Esta historia comienza en Salinas cuando en 1999 se conocieron Gloria y René. Ella, llamada Pelusa, chilena que en 1989 llegó a Guayaquil a estudiar comunicación social y desde 1994 trabajó en la Península en proyectos comunitarios.

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Él, un orfebre y diseñador de Shumiral, Azuay, que aprendió su oficio en la Fábrica de Joyas Modernas de Guayaquil. A su pareja René le enseña su arte, así ambos valoran la belleza e historia de la legendaria concha spondylus para la joyería.

En 1999 formaron en Salinas el Taller Spondylus. Dos años luego, Armijos fue maestro de trece jóvenes peninsulares que hoy son profesionales que independientemente trabajan en el país y en el extranjero.

El Taller Spondylus, al mando de René, funciona en Olón y la galería en Montañita -calles Vicente Rocafuerte y Guido Chiriboga-. Ahí es donde apreciamos las joyas y conversamos con Pelusa.

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Desde la más remota antigüedad nuestros buzos cholos descendieron al fondo del mar tras la ostra perla (spondylus calcifer) y la concha dentada (spondylus princeps que tiene en su anverso exterior calcificaciones rojas en forma de espinas y el borde interior de intensa coloración roja-rosada).

Ambas habitan en las profundidades de la costa del Pacífico, desde Baja California hasta Ecuador. En épocas precolombinas, mercaderes y navegantes de Salango y otros puertos la distribuyeron por el Pacífico sudamericano. Viajando en balsas dominaron este comercio.

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La ostra dentada era más codiciada que el oro. El borde o labio rojo del spondylus princeps se convirtió por siglos en un bien de explotación, elaboración e intercambio, porque constituía parte de los ritos prehispánicos como ofrenda ligada a la lluvia y la agricultura.

Pelusa refiere  que en 1999 convirtieron a la legendaria spondylus en joya, mezclándola con plata. Pero ahora casi han dejado de usarla porque es una especie en peligro de extinción.

Cuenta que en la Ruta existían dos restaurantes que la ofrecían en su carta gastronómica y ahora son cerca de 30, sin contar a los vendedores ambulantes. "Es lamentable porque una concha para lograr su madurez necesita como mínimo 15 o 16 años. Para un cebiche se emplean tres valvas -o sea tres callos de spondylus-, entonces te estás comiendo cerca de 50 años en un cebiche".

Ya casi no usan la spondylus como materia prima y optaron por ópalos, obsidianas, calcedonias, etc., que existen en grandes cantidades. Además sus diseños están inspirados en las culturas costeñas: Valdivia, Machalilla, Guangala, etc. "Al diseño precolombino original, dice  Pelusa,   René le aplica su creatividad y las joyas gustan".

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Las joyas de Spondylus se han exhibido desde el 2000 en el Museo Nahim Isaías y el Centro de Arte de Guayaquil; la Casa Azul de Salinas; en Frankfurt, Alemania; en Orlando, Florida; en Austria, etc.

Es una propuesta para hombres y mujeres. Mancuernas para las camisas, pulseras, pasadores de corbatas, collares, aretes, anillos, pulseras, pendientes, colgantes, etc.

Como trabajan con plata de 975 un juego puede valer $ 800 pero también hay pares de aretes en $ 15 o un anillo en $ 25. Las joyas se pueden encontrar en la galería de Montañita y en la galería Ecuad'Arte del hotel Oro Verde de Guayaquil.

"Al diseño precolombino original, René le aplica su creatividad y las joyas gustan".
Gloria Julio