Con diez millones de muertos al año, China, el país más poblado del mundo, se enfrenta a una grave falta de espacio, sepulturas y madera, por lo que es el mercado idóneo para la venta de las primeras urnas cinerarias biodegradables, inventadas por españoles.

Aunque en la República Popular es obligatoria la cremación por el grave problema de espacio y ambiental que supone cobijar los restos de la quinta parte de muertos del planeta, se calcula que sólo la mitad de los fallecidos se incineran, ya que la tradición prefiere un entierro costoso en tierra para dejar claro ante familiares y conocidos el respeto por el difunto: cuestión de honor.

Sin embargo, no hay espacio para todos. Por no hablar de la pérdida de superficie forestal, ya que se calcula que 83 millones de árboles se talan cada año en el mundo para hacer ataúdes y urnas funerarias. Los ataúdes y palillos chinos están acabando con los pulmones del planeta.

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La firma china presidida por españoles Shengtai (Beijing Ecosistem Tech-Commercial) tardó años en dar con la solución: "¿Por qué no potenciar la incineración y utilizar urnas biodegradables plantando un árbol encima?", señala su carta de presentación.

Ha costado, porque "los chinos quieren preservar sus cenizas", explica a Efe Tutti de Cominges, directora general para Asia de Shengtai, pero el proyecto tiene ya el respaldo de las autoridades locales, todo un hito.

"China es difícil porque no es vender sólo urnas, se trata de un cambio de mentalidad", explica De Cominges, quien recuerda que para los chinos es muy importante acudir a barrer las tumbas de sus antepasados en su día de difuntos, el Qing Ming, que se celebra en abril, cuando se homenajea a la vida después de la muerte.

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Los chinos "tienen miedo a biodegradarse, a penetrar en la tierra, pero es una contradicción, puesto que ellos siempre dicen que descansan justo cuando llegan a la tierra", concluye convincente la española.

A esta resistencia hay que añadir el monopolio del sector funerario local y de los cementerios, que cobran entre 2.000 y 146.000 dólares por metro cuadrado de sepultura, más que lo que cuesta un apartamento en las principales ciudades chinas.

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Shengtai invita el descanso eterno con un precio competitivo y el apoyo del Gobierno chino que, preocupado por dejar de liderar la lista negra de emisiones de CO2 y otros contaminantes, intenta en los últimos años promover columbarios y enterramientos en el mar, pero sus urnas no se biodegradan, por lo que arrasan el ya precario ecosistema marino chino.

Con esta visión se originó esta "revolución funeraria", explica el andorrano Xavier Miquel, presidente de Shengtai: "Hace cerca de 12 años, veraneando en Jávea, en la costa valenciana (España), me hice amigo de los pescadores de la zona. Me preguntaron, un poco jocosamente, si sabía qué era lo que más pescaban. La respuesta era obvia, tal y como está el Mediterráneo, no podían ser peces".

Miquel respondió "plástico", pero no, "la sorpresa fue cuando me dijeron que eran urnas funerarias". Un grave problema ambiental.

A partir de ahí, Miquel empezó a preguntarse por qué no había un producto ecológico en un sector con un mercado tan amplio, ya que en el mundo se incineran 25 millones de fallecidos al año.

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Fueron años de investigación, de apertura de mercados, primero en Andorra, luego en Europa y Estados Unidos, hasta que finalmente se instaló en China, con una empresa cien por cien local dirigida por europeos y con urnas cinerarias que imitan las locales de madera, o incluso simulando barquitos, para los sepelios marinos.

Hoy Shengtai forma parte de la Asociación Funeraria de China, tiene homologado y patentado en el país asiático su producto, el primero de su tipo en el mundo, y cuenta con el apoyo y entusiasmo de las autoridades locales, deseosas de que sus muertos no ocupen espacio.

Aunque las ventas anuales de Shengtai en China arrancaron con unos miles de unidades al año, un porcentaje muy inferior del que venden en el extranjero, Miquel y De Cominges están convencidos de que en pocos años los chinos no morirán, sino que se biodegradarán.