Simón Pachano
Con ímpetu manabita, Carlos Vera se situó en el lugar más destacado del periodismo televisivo ecuatoriano. Inteligencia, buena y abundante información, atención a los detalles de las respuestas de los entrevistados, rapidez en las reacciones y una actitud incisiva que a veces llegaba al acoso, fueron las características que le llevaron no solo a ese sitio en el periodismo sino también en la política. Siendo un periodista que se ocupaba principalmente de esta y que lo hacía, en sus propias palabras, como periodista político, era inevitable que llegara el momento de cruzar esa delgada línea que separa a ambas actividades.

Para Vera llegó el momento, y acaba de cruzarla. Como buen personaje televisivo, lo ha hecho con recursos propios de la comunicación de masas. Por un lado, con un libro sobre sí mismo. Por otro lado, con una propuesta política que podría causar revuelo, como es la de iniciar el proceso de revocatoria del mandato del presidente Correa. Los dos recursos –que se entrelazaron en los lanzamientos realizados en varias ciudades– están encaminados a colocarle en el centro del escenario político y mediático. Es decir, Carlos Vera ha transitado el mismo camino que siguieron muchos de sus ex colegas que ahora pueblan sin mayor trascendencia la política nacional. Lo ha hecho con mayor espectacularidad e inteligencia pero no por ello de manera diferente.

Hay dos preguntas que surgen de manera inevitable cada vez que aparece este tipo de político que no viene de la política, que no ha militado en un partido ni le interesa construir uno y que –como se puede ver por la experiencia de sus antecesores– podría amoldar la ideología a las encuestas. La primera pregunta, que seguramente él se la estará haciendo a cada paso, tiene que ver con sus posibilidades de éxito. La segunda, que corresponde hacerse siempre frente a cualquier propuesta política, indaga sobre el aporte que un nuevo outsider puede dar a la política nacional. Las respuestas a ambas no se encuentran en la especulación sino en la experiencia reciente de nuestra propia realidad.

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Muchos antes de Carlos Vera han tenido éxito y es probable que él también lo logre en términos personales. Puede convertirse en la figura que enfrente directamente a Rafael Correa. Incluso podría materializar su propuesta de realizar el referendo revocatorio y alcanzar en ese proceso una alta votación. Pero, como siempre, el éxito depende de la vara con que se lo mide. Como esfuerzo personal y como consolidación de una nueva figura política sería sin duda un gran logro, pero como aporte al país sería prácticamente nulo. Incluso la muy poco probable revocación del mandato de Correa, no se traduciría en beneficios para la política nacional.

En la hoja de ruta de Vera, como en las de todos los outsiders que le antecedieron, no se incluye la construcción de una organización fuerte, estructurada en torno a principios y con la solidez necesaria para eliminar los personalismos. Con él en el escenario político tendremos este por partida doble. Será personalismo al cuadrado.