Cada vez que un futbolista ecuatoriano es transferido a un club europeo la prensa del país exhibe una suerte de felicidad, de satisfacción. Genuina, por cierto. Que sus jugadores sean requeridos por las grandes ligas significa que el medio está creciendo. Que el Manchester United gane un partido de Champions con un gol de Antonio Valencia genera un orgullo indiscutible. Sin embargo -lo advertíamos-, con cada profesional que se va al exterior se debilita un poquito más la selección.