Pedro X.Valverde Rivera
La eliminación de la Selección del Ecuador para el Mundial del 2010 debe servir también para reflexionar sobre los factores adversos que pudieron haber influido en la lamentada eliminación. En este caso vamos a hablar de jugar en la altura de Quito.

Porque si bien es cierto, los jugadores de las selecciones que no están acostumbradas a jugar en la altura sufren estragos físicos y sicológicos que influyen decisivamente en su rendimiento dentro de la cancha, no es menos cierto que la base de jugadores de la selección ecuatoriana que participó en esta eliminatorias, no juega en la altura regularmente pues, residen y compiten en el extranjero y básicamente en Europa y Asia.

Como consecuencia de lo antes expuesto, la altura ya no solo afectó a los seleccionados rivales, sino seguramente a los nuestros.

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Christian Noboa juega en Rusia; Antonio Valencia, Ulises de la Cruz, Segundo Castillo, Christian Benítez (antes en Torreón, México, a 1.100 metros sobre el nivel del mar) y Felipe Caicedo en el Reino Unido; Félix Borja en Alemania (antes Grecia); Carlos Tenorio en Arabia Saudita y Edison Méndez, por casi toda eliminatoria en Holanda.

Es decir, todos estos jugadores, la base de nuestra selección, vienen jugando fuera de la altura desde hace años.

Y  todos ellos llegaron a Quito seis días antes de cada partido, para luchar con el cambio de horario y con la altura, sin llegar a aclimatarse plenamente nunca porque según se conoce, se necesitan aproximadamente tres semanas para ello.

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De allí que nuestra selección haya perdido tantos puntos de local, porque así como nuestros rivales sufrieron los estragos de la altura, los nuestros no pudieron sacarle la ventaja debida porque también fueron víctimas de la altura, en menor medida.

De esta base de jugadores que hoy juegan en el extranjero, ¿cuántos de ellos jugaban en el Ecuador en la anterior eliminatoria?

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Pues casi todos, salvo Ulises de la Cruz y Carlos Tenorio.

Entonces, amigo lector, si ya sabemos que la base de nuestra joven selección de fútbol juega fuera del Ecuador y que por lo tanto, jugar en la altura ya no representa una real ventaja frente a las selecciones rivales; si ya sabemos que tenemos una selección competitiva al más alto nivel, con jugadores en los más prestigiosos equipos del mundo, con personalidad y calidad, ¿porqué seguir forzándolos e impidiéndoles rendir al 100%?

Esta nueva generación de talentosos y habilidosos ecuatorianos, necesitan jugar al nivel del mar, donde puedan desarrollar al 100% sus capacidades.

Y ese lugar es Guayaquil, donde se puede jugar a cualquier hora, que cuenta con el mejor aeropuerto del país, con visibilidad para despegue y aterrizaje los 365 días del año, las 24 horas; con el mejor terminal terrestre del país; con una adecuada infraestructura hotelera y con estadios como el Modelo o el Banco Pichincha con capacidad para albergar a toda la hinchada de la Selección.

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Además, bien podría pedírsele a la dirigencia de Barcelona, por ejemplo, que construyan un ascensor panorámico para que los que sabemos accedan cómodamente a la Mega Suite que habrá que construirles, acorde a sus exquisitos gustos y exigencias.

Todo sea por el bien del fútbol ecuatoriano, por el bien de nuestros seleccionados y para de una vez por todas, quitar ese nubarrón de duda que siempre flotaba sobre el Ecuador, cada vez que se ganaba un partido frente a rivales ahogados y mareados por la altura.