Si el indígena es servil del Gobierno es bueno, si el indígena es crítico a su Gobierno es “pelucón” y “poncho dorado”. Señor Presidente, como dice un alto dirigente de la Conaie (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador), “si en su tonto pensamiento” usted cree tener lavado el cerebro o hipnotizada a toda la ciudadanía ecuatoriana con su famosa “revolución ciudadana”, está muy equivocado.

Como asambleísta del Estado Plurinacional del Ecuador pero, sobre todo, como una mujer indígena, ¡rechazo y le llamo la atención al Presidente de la República! Nosotros los indígenas merecemos respeto y no somos una burla para que usted, por el simple hecho de que nuestra gente culturalmente use el pelo largo, sea considerado “pelucón”, al referirse al presidente de la Conaie, y “poncho dorado” al referirse al presidente de la Ecuarunari.

¡Basta, señor Presidente, de sus insultos a los pueblos indígenas!
La Constitución dice que “nadie podrá ser discriminado por razones de etnia, identidad cultural, o condición socioeconómica”. Señor Presidente, el término “ponchos dorados” apareció en el año 1998 como un término despreciante y racista desde la oligarquía de la derecha que –como usted– pensaba que el “indígena” para que siga teniendo su condición de “indígena”, debe seguir siendo analfabeto, llucho pata, pordiosero, raquítico, borracho, sumiso, huasipunguero, pobre y empobrecido desde que nace hasta su muerte, pero jamás aceptaron que el indígena llegue a ser funcionario público, o como su actual director del Ecorae (Instituto para el Ecodesarrollo de la Región Amazónica) que llegó por sus méritos a ser funcionario del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Washington, esos puestos eran para la oligarquía como usted, y no para los que históricamente hemos sido excluidos. Por eso, cuando el indígena apareció trabajando en instancias públicas salió de la boca de un dueño de los “indios” de Chimborazo, el ex diputado Guillermo Haro, el término peyorativo de “ponchos dorados”.

Publicidad

Señor Presidente, le reto a que me describa y haga una diferencia entre lo que es para usted un “pelucón indígena y poncho dorado” como Marlon Santi, o Humberto Cholango, a quienes se refirió el día sábado, y los indígenas que colaboran con usted: es el caso del asambleísta indígena, y el otro indígena que por años ha trabajado en Washington en el BID, y que hoy le trajo al Ecorae. ¿Cuál es la diferencia entre estos dos indígenas? Está usted muy equivocado al pensar que el indígena que es servil del Gobierno es bueno, el indígena que es crítico a su Gobierno es pelucón y poncho dorado; si ese es el concepto, su definición y su pensamiento es muy pobre y repudiante. Y peor todavía, cuando según usted, son pelucones los millonarios y los que se han enriquecido en perjuicio del país, ¿cómo debemos entonces calificar a la familia real de los Correas, que un solo hermano recibe en contratos del Estado más de “trescientos millones de dólares” en menos de dos años? Eso, ¿qué será?, ¿un pelucón de oro, o corbata de oro? ¿Qué le bautizamos?

Finalmente, me llama la atención, ¡cómo estando cerca de él un asambleísta indígena –que si bien es de la lista del Gobierno, pero sobre todas las cosas es indígena– no es capaz de pararle al Presidente cuando en su cara se burla de su situación de indígena, y en cadena radial le dice: “mashi Pedro también tiene pinta de ser pelucón y poncho dorado…, tienes barbas, robusto…”, y para el colmo se ríe. Yo me alegré cuando escuché que el indígena amazónico Carlos Viteri, director Ejecutivo de Ecorae, pidió tomar la palabra, y pensé: con toda su personalidad él sí va a pedir respeto al Presidente, ¡y nada!

¡Qué vergüenza. Qué sumisos deben ser los indígenas para estar dentro del círculo de mascotas del Gobierno. Qué tan bajo ha caído la autoestima de los indígenas para convertirse en mascotas de la revolución, y en nuevos huasicamas del nuevo “patrón” Correa! Si no tuviera que pedir permiso a la Asamblea Nacional para enjuiciar al Presidente por discriminación e insulto a los indígenas, por violar una norma constitucional y normas internacionales sobre la no discriminación a los pueblos indígenas, yo ya lo haría.

Publicidad

Lastimosamente esto del fuero presidencial hace que se mofe y se burle no solo de los pueblos y nacionalidades indígenas del Ecuador, sino también de las mujeres, de los periodistas, de los maestros, de los comerciantes, o sea, de todos. Y no solo el Presidente, en la Asamblea Nacional también hay un asambleísta al que me gustaría enjuiciarle penalmente para que demuestre las barbaridades que dice, a pretexto de tener fuero, habla cualquier cosa e insulta a su puro estilo de una herencia política que está enraizada en los politiqueros mediocres, que con su discurso tratan de que la presente generación se olvide de lo titánicos que fueron para saquearse al país, y tenernos en esta miseria y empobrecimiento, diplomáticamente hoy llamada crisis económica. ¡Nos robaron y punto!, ¡sinvergüenzas, y hoy dizque están apoyando a la revolución! ¿Quién les cree? ¡Sinvergüenzas!

Lourdes Tibán Guala,
asambleísta del Estado Plurinacional del Ecuador, Quito