Mientras esta lacra de los delincuentes se está tomando todos los estamentos de nuestra sociedad y no se entienda que detrás de un criminal los ecuatorianos se juegan su propia vida, esto no parará; menos con gobiernos que parece que privilegian a los delincuentes, pues promueven leyes que los favorecen como también a los transportadores de drogas; o que minimizan el delito del robo al ponerles una especie de cuotas para su sanción; o como este régimen que desarma a la gente decente que se registra y saca permisos para portar un arma para defenderse, justamente de los delincuentes, pero en cambio sí se lo permite  a los delincuentes.

¿Cuándo ustedes han visto que un ladrón o un criminal pide permiso para portar un arma y menos para usarla? En un diario de esta localidad, el 12 de septiembre se graficó el drama de una familia víctima mortal de estos infames que no tienen ni Dios ni ley: en La Libertad (provincia de Santa Elena), tres sujetos asaltaron hace poco a un comerciante que se dirigía al mercado a comprar víveres, y su esposa desde la tiendita que tenían gritó al ver que lo asaltaban. Uno de los desalmados se volteó y le dio tres balazos a la señora que la mataron.

 Los delincuentes dejaron muerta a la mujer, se robaron el dinero del negocio y se le llevaron su camioneta. Esto se ve todos los días y en todas las ciudades del país.

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Y no solo matan a civiles; también asesinan a policías con la mayor impudicia, a fiscales, jueces, testigos de cargos, etcétera. Los delincuentes han sembrado tanto terror y temor que ya nadie se atreverá a acusarlos. Actualmente nuestros delincuentes criollos ya hicieron su posgrado en la industria del secuestro y la extorsión con sus “maestros”, ciertos colombianos y peruanos que entran al país a raíz de la malhadada orden gubernamental de que se puede nomás entrar a nuestro territorio con tan solo una simple identificación y sin necesidad de presentar un pasaporte válido o un récord de antecedentes policiales.

Y todos los días, en todas las ciudades de nuestro Ecuador, el secuestro, el crimen... es un plato a la carta, porque aquí es tan fácil robar cualquier cosa que valga menos de 600 dólares; y si es que cogen al ladrón en delito flagrante, el agraviado, o sea la víctima, tendrá que peregrinar por las fiscalías para que si encuentran méritos suficientes le den solo siete días de cárcel al ladrón.

El Código Penal debe reformarse radicalizando las penas, acumulándolas en forma matemática. Ejemplo, 2, 4, 8, 12, 24, y fusilamiento. Y que robar un dólar sea lo mismo que robar  un millón de dólares; y que las penas sean aplicables a todos por igual, sea el presidente o el último guardia de seguridad que se confabule para el latrocinio.

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Mientras los secuestradores, sicarios...., criollos e importados  que matan por robar tengan impunidad aquí en Ecuador, no pasará nada; y si los cogen, con dilatar los procesos un año, es suficiente para conseguir la libertad. Terminaremos así peor que en México.

Luis Alberto Serrano Rodríguez,
abogado, Guayaquil