Fausto Miño es un artista dispuesto a poner a prueba en España un ego acostumbrado al éxito en tierras patrias. El buen verso, la buena música, esos retazos de vida en estado puro que ha convertido en canciones empiezan a ser difíciles de sustituir en la memoria emocional de sus seguidores en el país europeo (latinoamericanos, principalmente).
















