Faltan cinco minutos para las diez de la noche y las calles del pueblo se agitan. Es miércoles 19 de agosto y una caravana de motociclistas cruza rauda, unos hombres caminan presurosos, otros van en bicicletas. El dueño del billar Barcelona obliga a salir a la decena de clientes y cierra el local, como lo hacen otros negocios. Dos policías llegan en moto a su destacamento y se encierran.

Diez minutos después, la soledad y el temor dominan las calles de El Paraíso La Catorce, ubicado en La Manga del Cura, zona en disputa entre Guayas, Manabí y Los Ríos. Desde esa hora rige un toque de queda autoimpuesto en el poblado de diez mil habitantes desde hace dos semanas, cuando aparecieron volantes en las que un “grupo de limpieza social” asegura que matará a delincuentes y a todo aquel que transite pasadas las diez de la noche.

“Gracias a Dios no ha sucedido nada hasta hoy, pero mire cómo queda el pueblo, abandonado. Todos tenemos miedo; dicen que una noche vieron a unos desconocidos por abajo”, afirma Manuel Delgado, dueño de un bar, quien se lamenta por las pérdidas de cientos de dólares que sufre los fines de semana, por cerrar temprano.

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En aquellas hojas se exige que se cuide “todo mal parido que se encuentre en los bares después de las 10 p.m.  no respondemos si caen inocentes...”. Las advertencias no son exclusivas en El Paraíso, han atemorizado en grandes ciudades y pequeños pueblos de Esmeraldas, Manabí, Los Ríos, Santo Domingo, Guayas, Cotopaxi, El Oro. En las  últimas semanas comenzaron a repartirse en Guayaquil, en Pascuales, Cristo del Consuelo, La Prosperina y otros sectores.

La volante resalta la imagen de una pistola y contiene el mismo texto de aquellas que a inicios del 2008 aparecieran en Medellín, Bogotá y otras ciudades colombianas. El vocabulario usa palabras como H. de P. y tiene términos colombianos como cuando se cita a las prepago (damas de compañía que ofrecen servicios sexuales). Reportes de prensa de la época  refieren que las autoridades de ese país atribuyeron la autoría de los panfletos a grupos paramilitares como Águilas Negras, Los Paisas y Los 40. Copias de esas hojas llegaron a Maracaibo y otras urbes de Venezuela en marzo pasado. El Ministerio del Interior venezolano inició investigaciones del tema, según diarios locales.

Hace casi dos meses, los panfletos cruzaron la frontera y llegaron con su estela de miedo hacia Ecuador: aparecieron en San Lorenzo, Esmeraldas. Días después ya estaban en La Concordia, en esa misma provincia. En la volante se  invita a los ciudadanos a sacar copias y repartirlas. Por eso la cadena de temor y psicosis se ha ido extendiendo de pueblo en pueblo, considera el fiscal de La Maná (Cotopaxi), Iván León, quien abrió una indagación sobre el tema. En ese cantón, la Policía detuvo temporalmente a un comerciante que mandó a sacar copias y repartir esas hojas. Otro ciudadano fue detenido en Babahoyo también por entregar las volantes.

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Además del texto lleno de colombianismos, en algunos lugares ecuatorianos circulan otras hojas en las que se dice que les llegó la hora de morir a personas de la zona que supuestamente se dedican a actividades delictivas. Eso sucede en El Paraíso, Quevedo, La Maná y Pascuales.

Una decena de personas está en la lista de amenazados en la zona La Manga del Cura, entre ellos, Rogelio Torres, Auxilio Párraga, apodado Chilo Guaco, y Nalis Párraga, alias La Lora. Los tres aseguran no tener antecedentes policiales y por eso denunciaron el caso en la Policía Judicial (PJ) de Quevedo. “Me he fajado trabajando para tener algo y no he robado a nadie. No sé de dónde viene esto y me preocupa por mi familia”, afirma   Torres, a quien en las volantes se lo acusa de cuatrero.

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En una hoja repartida en La Maná se nombra a quince jóvenes de los barrios 26 de Octubre, La Playita y El Rocío. “Unos dos tienen antecedentes, el resto son alumnos de colegio; tres de ellos se acercaron a pedir que se investigue”, dice  el fiscal León, quien considera que hay grupos que “por novelería imitan la violencia de otros países”.

Por novelería u otras causas, la psicosis afecta más a pequeños pueblos, como aquel que el 19 de agosto quedó desierto a las 22:00, donde hay solo tres policías. Ahí, el colegio del mismo nombre adelantó el horario de ingreso de 18:30 a 17:30, para que los estudiantes lleguen a casa temprano. Por las fiestas del plantel, entre el 19 y 22 de agosto, la elección de la reina se hizo una mañana y se suspendió un show artístico nocturno.

En Vinces, Los Ríos, los negocios cierran temprano. “La gente que andaba en moto ya no sale después de esa hora, todos tenemos miedo”, señala María José, residente en el barrio El Rocío. Cuenta que unos trabajadores agrícolas que salen a laborar a las 03:00 habrían sido abordados por encapuchados, quienes les habrían recomendado que sean buenos padres. Eso indican los panfletos: “Señor padre de familia, esté más con sus hijos, no sea uno de ellos, los que caigan en esta limpieza”. En Pascuales (Guayas), las tricimotos no laboran pasadas las 22:00.

El rumor alienta esta psicosis. Por ejemplo, en Quevedo, un comerciante de frutas dice que en El Empalme (Guayas) ya hay tres muertos por la limpieza. Pero en ese cantón no existe registro de fallecidos. Más bien Juan Miguel, un zapatero empalmeño de la avenida Manabí, afirma que en la parroquia rural La Guayas, de ese cantón, hubo un acribillado el 15 de agosto. Pero los residentes de esa localidad lo desmienten y dan cuenta de que el muerto es el resultado de un accidente de tránsito.

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En Pichincha (Manabí), el mismo sábado 15, a las 20:00, fue acribillado Jefferson López, por unos desconocidos. El jefe de la Policía local, Leonidas Camacho, indica que se sospecha que se trató de una venganza no relacionada con las volantes, cuyas copias también aparecieron una mañana en el centro cantonal.

“Esta limpieza se necesita”, citan los panfletos. Sin embargo, las amenazas no han frenado los delitos en los sectores donde se los ha repartido. En Santo Domingo, el jefe de la PJ, Ignacio Benítez, indica que las cifras de asaltos sigue igual. Él señala que la Policía investiga y solo los lugares de diversión han registrado menos ganancias.

El mayor Dennys Suárez, jefe de la PJ de Quevedo (Los Ríos), dice: “En Quevedo esto no influyó en nada, porque igual salen las personas y se quedan hasta la madrugada, además el índice delincuencial permaneció en el mismo nivel, ni bajó ni aumentó por el panfleto”.

Las volantes sentencian: “Uno a uno morirá en esta guerra a la delincuencia”. La Policía no reporta homicidios por esa campaña. Los más asustados son los inocentes. Y el rumor sigue.