El jet Grumman GII-59, que estuvo aparcado trece días en un hangar de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE) y que tenía previsto transportar 3,7 toneladas de cocaína a México, fue vigilado por agentes de la extinta Unidad de Investigaciones Especiales (UIES) desde una calle aledaña al aeropuerto Mariscal Sucre, de Quito.