El jet Grumman GII-59, que estuvo aparcado trece días en un hangar de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE) y que tenía previsto transportar 3,7 toneladas de cocaína a México, fue vigilado por agentes de la extinta Unidad de Investigaciones Especiales (UIES) desde una calle aledaña al aeropuerto Mariscal Sucre, de Quito.

El avión llegó a la capital el 4 de octubre del 2007 desde Acapulco (México), pero la vigilancia policial se inició dos días después, cuando los agentes recibieron información de que esa aeronave serviría para el narcotráfico.

Ese retraso hizo que los uniformados no puedan seguir a los dos pilotos (Jorge Arévalo y Roberto Larcen) y a las tres venezolanas que llegaron en ese vuelo, indicó el mayor Manuel Silva, quien dirigía la UIES en ese entonces.

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Arévalo declaró en la Procuraduría de México que llevó a Quito dólares camuflados en tres llantas de emergencia, las cuales fueron entregadas a dos ecuatorianos aún no identificados. “Estuvimos esperando unos días, hasta que los mismos ecuatorianos nos dijeron que no podían bajar las llantas... De México nos dijeron que teníamos que bajarlas y aparte nos darían mil dólares para cada uno, por lo que Roberto (Larcen) y yo fuimos al avión y sacamos las llantas”.

Ese movimiento, señaló Silva, no fue detectado por los agentes de la UIES debido al retraso de la información.

El 20 de octubre, el jet partió de Quito rumbo a Tachina. Antes del despegue, canes de la Policía registraron la aeronave, pero no  encontraron  vestigios de droga, indicó Silva.

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Así, el avión llegó al aeropuerto esmeraldeño a las 14:13, de acuerdo con los registros de la Dirección de Aviación Civil.

Dos horas antes, según un parte policial, una mujer costeña que no quiso identificarse llamó al 1800-DROGAS e informó que en Colope (recinto ubicado a 10 minutos de Tachina) varias personas realizaban agujeros dentro de una finca para esconder droga.

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Según Silva, ese aviso fue el que confirmó en qué lugar estaba el alcaloide que iba a ser transportado en el jet. Al inicio –aseguró el oficial– se tenía planificado realizar la incautación al momento de la carga en el avión, pero tras la llamada se prefirió allanar las fincas. Ahí se logró desarmar a parte de la red, cuyo supuesto líder es Jefferson Ostaiza.

Arévalo testificó que tenía la orden de transportar el avión hacia Guadalajara o Puerto Vallarta (México) luego de recibir la droga, pero “recibimos una llamada telefónica de parte de los ecuatorianos, quienes nos dijeron que nos fuéramos inmediatamente (...)  hacia Toluca (México)”. El avión partió a las 15:52, mientras la Policía  incautaba la droga en Colope.

Cuatro días después, el 24 de octubre, la Policía mexicana recibió una llamada anónima que fue grabada: “Quiero denunciar a un grupo de delincuentes que se dedica a traer droga de Sudamérica, utilizando aviones de uso particular”, dijo el denunciante y dio las particularidades del Grumman.

De inmediato, la Policía mexicana acudió al aeropuerto de Toluca, dio con el jet y aplicó un análisis técnico que encontró moléculas de cocaína.

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La Procuraduría mexicana dio la documentación de estos hechos al fiscal  Jorge Solórzano, el jueves. Los papeles fueron adjuntados al proceso Huracán de la Frontera, que se definirá mañana en Esmeraldas.

Detalles: Vínculos
Las pasajeras
Las tres pasajeras que llegaron a Quito en el Grumman GII-59 son: Indyra Hernández, Geraldine del Valle (ambas de 25 años) y Albanecys del Valle (de 22).

Cartel de Cali
Edic Muñoz, integrante del cartel de Cali, declaró en la Procuraduría de México que en julio del 2006 se contactó con Jorge Arévalo para planificar  transporte de droga desde Sudamérica a México.