El actor colombiano es el invitado de la Cita Digital, a las 10:00.

Expresivo, de buen carácter, sin poses ni reservas. El actor colombiano Antonio Sanint habla con las palabras, los ojos y las manos. Está desde el pasado lunes en Guayaquil. Vino para presentar el monólogo ¿Quién pidió pollo?, que ya lleva cuatro años en las tablas.

Con más de una década en la actuación, a él se lo ha visto en telenovelas como El inútil, Todos quieren con Marilyn, La hija del mariachi y Los tacones de Eva. Participó en las series Alicia en el país de las mercancías y City TV, y presentó el programa ‘Marca registrada’.
 
También ha aparecido en varios anuncios publicitarios. El del champú para hombres es el más reciente. Allí promueve el cuidado estético, ¿es usted vanidoso?
No, sí he tratado de echarme cremas, pero me aburren rápido (ríe). No tengo pasión por la belleza (vuelve a reír). Creo que uno tiene que aprender a aceptarse como es. Nacimos en un país tercermundista con rasgos diferentes, por tanto, hay que olvidarse del prototipo de hombre alto y de ojos azules. El contenido del anuncio lo hice yo y (ojo) no es machista.

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¿El apellido Sanint es colombiano, cuál es su origen?
No sabemos (se ríe). En Colombia hay una parte de Antioquía y Caldas a cuya gente se conoce como paisa. Son echados para adelante y trabajadores, pero también mentirosos. Yo vengo de allá. Parece que se inventaron el apellido. Decían que descendíamos de árabes, pero he investigado y nada.

Por qué ¿Quién pidió pollo?, ¿qué significa?
Es una expresión colombiana. Su fondo es contraproducente porque en mi país el pollo nunca ha sido caro. A alguien se le ocurrió decirla para indicar lo caro de una cuenta y la adoptamos. Es absurdo porque hubiera preguntado ¿y quién pidió caviar?

¿Y cuál es su contenido?
Hace referencia a la inseguridad del ser humano y del porqué nos sentimos menos ante los demás. La condición social ni el país importan, porque cuento hechos cotidianos y universales, como cuando al entrar a un baño el agua (del retrete) sube en lugar de bajar y uno ruega que baje...

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¿Qué busca Antonio Sanint con su monólogo?
Reírnos en público de lo que nos pasa en privado. Vengo de un país donde la violencia nos hace vivir cada segundo de la vida y desarrollamos un mecanismo de defensa: el humor.

¿Ha participado en producciones dramáticas y comedia, qué disfruta más?
Las dos tienen iguales detonantes, pero de forma distinta. Una encierra  el misterio de la risa y la otra, ese lugar al que no queremos ir, pero lo hacemos.

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Pero, usted ha hecho más comedia.
Sí, aunque como actor he intentado tocar puntos dramáticos. En Los tacones de Eva mi personaje (Santiago) vivió un grave drama familiar con una esposa drogadicta, alcohólica e infiel.

¿Cuándo supo que quería ser actor?
Sufro de un déficit de atención que en la etapa escolar me hacía sentir bobito y retrasado. Pero siempre hacía personajes y la profesora, ya cansada, me pidió que hiciera Simón, el bobito, una obra infantil del autor colombiano Rafael Pombo. Como era malo para memorizar, la parte del poema lo decía un amigo y yo lo actuaba. Tendría 6 años y me sentí útil. Entonces supe que lo mío era el escenario.

Al terminar el colegio y a punto de ir a la universidad viajó (en 1990) a EE.UU., donde estudió Cine. También se vinculó con la publicidad y como creativo trabajó tres años en Los Ángeles y cuatro en Bogotá, hasta que a sus 30 dijo ¡basta! Fue en el 2000 cuando Julián Arango, también actor, lo llamó para realizar Ríase el show. Ahora, en su monólogo refleja situaciones como la angustia de entrar a un baño prestado y no encontrar papel higiénico, tropezarse en la calle y tener que simular o hablar de alguien que está detrás.

¿Y cómo llegó a la televisión?
Así como Fanny Mikey, creadora del teatro nacional en Colombia, nos vieron actuar productores de TV que me invitaron a hacer casting. Mi primer espacio fue en ‘Marca registrada’. Es un misterio que con mi déficit de atención memorice 40 episodios (ríe).

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Si tuviera que elegir entre la televisión y el teatro ¿con qué se queda?
Con el teatro. Es vivo. Escribes, ensayas, presentas y tienes la reacción de la gente. Para lo otro estudias, te preparas, grabas y esperas, esperas, esperas, esperas...

¿Sigue sintiendo nervios al salir al escenario?
Mucho, dos horas antes me pongo de mal genio. No grito ni regaño a nadie, pero sí me abstraigo.

En una palabra ¿qué significan para usted ‘Marca registrada’, Todos quieren con Marilyn, El inútil, La hija del mariachi, Los tacones de Eva y Quién pidió pollo?
Miedo. Explorar el lado malo (uy, me pasé de palabras). Diversión. Exploración. Maldad. Y vida.

Escenario
Las entradas para el monólogo ¿Quién pidió pollo? cuestan $ 47 golden y $ 37 vip. Se pueden adquirir en la avenida Las Aguas, 640. Teléfonos: (02) 299-9000, (04) 288-7883.