Días atrás, el Conartel sancionó a Teleamazonas por difundir un reportaje sobre la Feria de las Flores y las Frutas de Ambato en el que, durante breves segundos, se pudo ver cómo alguien le clavaba una pica a un toro.

Ahora el Conartel se prepara para aplicarle una nueva sanción al canal por haber mostrado a un grupo de dirigentes de la oposición cuando develaban un centro de cómputo electoral secreto.

Con esta segunda sanción, el Conartel podrá sacar a Teleamazonas del aire por unos días. Luego forjarán una tercera falta para cerrarlo definitivamente.
 De ese modo, el jovencito presidente del organismo habrá alcanzado su objetivo: contentar al Presidente de la República, que como todos sabemos no puede ver a Jorge Ortiz, María Josefa Coronel y Carlos Jijón ni en pintura.

Los elegantes revolucionarios del Conartel se apoyan en una Ley de Radiodifusión y Televisión que dictó la última dictadura militar. Les recomiendo que la lean. Parece redactada por Torquemada, el famoso cura que dirigió la Inquisición y que torturó y asesinó a miles de inocentes.

Hasta aquí no les he dicho nada nuevo. Todos sabemos que la Revolución Ciudadana busca instaurar una nueva religión que tendrá su propia cámara de suplicios. Pero esta vez al jovencito presidente del Conartel se le fue la mano, porque la legislación de la dictadura que está invocando viola la letra y el espíritu de la nueva Biblia que los sacerdotes de Alianza PAIS aprobaron en el Concilio de Montecristi, al permitirle al Presidente de la República que incluyera en el reglamento sanciones que no constan en la ley principal.

¿Pero y eso qué importa?, me dirán ustedes; castigo es castigo de todos modos. Pues no es así. La Constitución de Montecristi, que se supone que está por encima de cualquier ley o reglamento, dice en su artículo 76, numeral 3, que no se podrá aplicar ninguna sanción que no conste “en la Constitución o la ley”. Es decir que no valen las sanciones que solo aparezcan en el reglamento.

El Conartel ha cometido por tanto sacrilegio.

Hay sobrados motivos entonces para presentar una demanda de inconstitucionalidad de la Ley de Correa y de la Dictadura ante la nueva Corte Constitucional, y para eso hago un llamado a todos los periodistas y ciudadanos que estén dispuestos a sumarse para que la demanda cuente con la mayor fuerza posible.

Pero mis amigos abogados que me asesoran me han advertido de un inconveniente: el trámite de cualquier demanda de inconstitucionalidad deberá cumplir ciertos plazos obligatorios, y el Conartel podría cerrar Teleamazonas mucho antes. Por eso me dirijo también a los ex periodistas de la Revolución Ciudadana, Javier Ponce, Alberto Acosta, Aminta Buenaño, Orlando Pérez, Xavier Lasso, Freddy Ehlers y tantos otros cuyos nombres olvido. Ustedes no pueden guardar silencio. Deben pedirle al Conartel que espere a que la Corte Constitucional se pronuncie. Si el Conartel va a cometer sacrilegio, que al menos espere a que las instituciones que ustedes mismos crearon se pronuncien.

No les costará nada, apenas unas semanas, y en cambio le darán al país la seguridad de que no estarán pisoteando la libertad de expresión como muchos creemos.