Adivinanza: ¿Quién escribió   Manual del perfecto idiota latinoamericano –un  best seller  en nuestro continente– para insultar a sus oponentes?

¿Acaso Rafael Correa, que agravia al que se le pone por delante?, ¿Hugo Chávez, que hace lo mismo?, ¿Evo Morales?

Se lo podría suponer, porque los tres se han erigido en jueces supremos que desde el Olimpo dictaminan quién es  inteligente, honesto, decente y hasta guapo en América Latina.

Pero los autores del Manual del perfecto idiota  no son de izquierda sino de derecha, y uno de ellos es Álvaro Vargas Llosa, que estos días acompaña a su papá en Venezuela para criticar a Chávez, al  que acusa de  gran insultador.

Así han sido siempre la izquierda y la derecha. Cuando el otro pega con un garrote, es un demonio; cuando ellos hacen lo mismo, son elegantes. Debido a nuestro bajísimo nivel educativo, ambas  facciones se  consideran poseedoras de la verdad absoluta y predican que la otra está integrada por perfectos idiotas.

Estos días, Vargas Llosa y una pléyade de intelectuales de derecha han querido  presentarse en Venezuela como los defensores de la democracia contra la amenaza dictatorial de los cuatro demagogos de izquierda: Chávez, Correa, Morales y Daniel Ortega. Pero nunca vi a los Vargas Llosa y sus amigos en una campaña parecida para desafiar a Augusto Pinochet, para reclamar por los 30.000 desaparecidos en Argentina o para protestar por las fumigaciones en nuestra frontera con Colombia.

¿Y la defensa de la democracia? Eso queda para donde gobierne la izquierda.

Tanto Rafael Correa como Álvaro Uribe  están convencidos de que saben lo que hay que hacer con la educación, y que todos los demás son unos tarados. Tanto Vargas Llosa como Fidel Castro deciden quién es un periodista serio y quién una “gordita horrorosa”.

Al menos en esta ocasión Hamlet sí se equivocó. La pregunta no es “ser o no ser”. Que cada uno sea lo que le venga en gana, pero que respete al que eligió otra opción.

La terrible desgracia de América Latina no es la pobreza, ni el hambre, ni nuestros niños que no tienen buenos maestros. Esas son  consecuencias lacerantes de nuestra verdadera tragedia, la de haber soportado durante siglo y medio a políticos que ven la paja en el ojo ajeno pero jamás han sido capaces de reconocer, no sus errores sino sus monstruosidades: terror en la Cuba comunista, genocidio en la Argentina capitalista, insultos y amenazas a banqueros y maestros en el Ecuador populista.

¿Acaso León Febres-Cordero no amenazó con acabar con el terror del MPD en la educación para luego negociar sus votos? No ha habido un solo ministro de Educación en el Ecuador que no anunciase “la guerra” contra los garroteros de la UNE, antes o después de utilizarlos. Rafael Correa y Raúl Vallejo son  solo un par de nombres  más en esa  larga lista.

Mientras esta izquierda y esta derecha sean tan iguales, las seguiré repudiando desde el fondo de mi alma. ¡Mentira, mil veces mentira, no defienden la democracia ni les preocupa la justicia social! ¡No les interesa la educación ni los maestros!

Lo único que defienden, esa derecha y esa izquierda, es el dogma de sus propias ideologías, cuando no algo peor, inconfesables intereses.