Ayer visité la escuela del milenio Alfredo Vera Vera, en la avenida Narcisa de Jesús, al norte de Guayaquil. Caí sin avisar. Aun así me permitieron recorrer el sitio, meter la nariz y hacer preguntas.

Me contaron que hace tres meses ingresaron ocho delincuentes que se apoderaron de 39 computadoras. El Ministerio repuso los equipos, pero las computadoras y las pizarras digitales todavía no funcionan completamente porque hay que asegurarse primero de que los ladrones no tengan una nueva oportunidad.

Aun así me quedé gratamente sorprendido. Con toda esa tecnología aún esperando, la escuela funciona extraordinariamente bien. Los niños se ven muy contentos. Están interesados en lo que aprenden. Saben que no todos tienen su suerte, y la quieren aprovechar. Ese entusiasmo debe ser muy contagioso, porque al ver a sus maestros, a su vez, uno se da cuenta de que quieren formar bien a sus chicos y hacer quedar bien a su institución.

Y eso a pesar de que los han hecho firmar un contrato de servicios que tendrá vigencia solo  diez meses. No tienen nombramiento, así que no cobrarán durante las vacaciones. Y no saben qué ocurrirá luego.

Por todo esto, al salir mi conclusión fue que la tecnología es importante, pero es solo un medio. Lo fundamental para tener una mejor educación deberá ser el cambio de actitud de todos los que hacen el sistema educativo, y eso no lo vamos a conseguir con los métodos de Raúl Vallejo y la Revolución Ciudadana, cuyo eje es castigar al que no se adapte a la línea oficial.

¿Qué es lo que el Ministerio de Educación quiere evaluar de los maestros? Si tienen muchos conocimientos o pocos, si son amigos de sus alumnos o si le caen bien al director de su escuela. Pero ayer alguien me decía que lo que deberíamos evaluar de un docente es si sus alumnos aprenden. Es absurdo creer que un profesor que durante dos o tres décadas ganó una miseria podrá estar enterado de las últimas tendencias pedagógicas. Pero es posible que aun así sus alumnos aprendan. Estoy seguro de que Rafael Correa aprobaría un examen de economía, pero nuestra economía está cada vez peor. Las evaluaciones, cuando son serias, se hacen por resultados.

En sentido estricto, además, la educación no es tarea del maestro sino de la institución educativa. Cualquier fanático del fútbol sabe que el que gana o pierde no es el jugador sino el equipo. Del mismo modo, el que educa no es el docente sino la escuela. Eso no exime de responsabilidad al maestro como individuo, pero sí implica que cada docente debe ser evaluado como parte de una unidad educativa, y que los cambios, mejoras e inversiones deberían responder a una evaluación en la que los aspectos colectivos e individuales estén íntimamente entrelazados.

Lo que ocurre es que nuestro sistema educativo está diseñado de otro modo. Acá lo que existen no son escuelas sino partidas presupuestarias, que se reparten como cuotas de poder. Vallejo lo único que quiere es continuar con ese sistema, solo que bajo su propia batuta, deshaciéndose del MPD para imponer a su propia gente y su propia estructura de poder.

Pero hasta ahora reprobó. Convenció al Jefe de que los maestros harían fila para que los evalúen, y no fue así. Habrá que ver si a él también le aplican la regla de que a la segunda, se va a su casa. O si le adelantan la renuncia voluntaria, como sugiero yo.