Ejército ecuatoriano mejoró el control fronterizo luego del ataque a Angostura el 1 de marzo del 2008, tanto así que cuadruplicó las operaciones militares para detectar  bases de las FARC en territorio nacional.

Mientras que entre el 2004 y 2007 se descubrieron 117 bases clandestinas de esa guerrilla en  Ecuador, el año pasado se hallaron 156: en promedio, se detectó una cada 56 horas.

La incursión colombiana,  próxima a cumplir un año, develó las falencias de las FF.AA. y obligó al Gobierno a revisar su política militar. En el 2008 comprometió más de $ 600 millones para recuperar su  capacidad operativa.

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Una circunferencia  gris de  aproximadamente 200 metros de diámetro mancha la sábana verde que se mira desde el aire e identifica a la particular vegetación de la Amazonía.

En ese lugar  los árboles se secaron y los huecos en la tierra permanecen como evidencia del impacto de las bombas inteligentes que lanzó el Ejército colombiano a un campamento clandestino de las  FARC,  el 1 de marzo del 2008, en la provincia de   Sucumbíos.

Es Angostura, a poco menos de un año del ataque en donde murió el número dos de la guerrilla, Raúl Reyes, quien se reunió siete veces con José Ignacio Chauvin, ex asesor del Gobierno y detenido luego que la Fiscalía lo vinculó en el caso de narcotráfico de los hermanos Ostaiza.

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El comandante del Ejército,  Ernesto González,  y los comandantes de los batallones del Ejército ubicados en Sucumbíos supervisaron, los primeros días de febrero, el trabajo de las patrullas en “zona caliente”, como  califica al sector el comandante  de la IV división Amazonas, general Fabián Narváez. 

Del lado colombiano opera el frente 48 de las FARC, que controla el departamento de Putumayo, sur de Colombia.

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La incursión colombiana develó las falencias de las Fuerzas Armadas y obligó al Gobierno a revisar su política militar. El año pasado comprometió más de $ 600 millones para recuperar su  capacidad operativa.

En tres años (2004-2007)  el Ejército descubrió 117 bases clandestinas de las FARC en  Ecuador. El 2008 cuadruplicó las operaciones militares y halló  156  (una cada 56 horas, en promedio) tras  76 acciones tácticas. Para ello  usó 15  mil soldados  y más de 100 mil galones de combustible ($ 200 mil) para helicópteros, aviones y lanchas, según  las FF.AA.

Desde el 1 de marzo, a lo largo de los 720 kilómetros de la frontera común, la presencia militar es constante,  sobre todo  en  Angostura,   donde se  encontraron más de siete bases guerrilleras; una  para 80 personas.

La presencia masiva de uniformados inquieta a los pobladores del caserío de Santa Rosa de Yanamaru, ubicado a orillas del río San Miguel, a dos kilómetros del lugar del ataque del 1 de marzo. En realidad no pasan de cinco familias las que habitan en casas distantes junto al río,  su acento es colombiano.

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“Ellos alertan a la guerrilla, encienden los motores de las lanchas  o motosierras para advertir nuestra presencia”, afirma Marlon Luna, comandante de la Unidad de Reconocimiento del Ejército, creada después del ataque del 1 de marzo.

Él comenta las dificultades de los soldados en las operaciones militares en la selva.  Cada uno carga  aproximadamente 60 libras entre el fusil,  pistola,  lanza granadas, alimentadora, binóculos, casco,  alimentos y carpa. Hasta el momento se han registrado tres bajas por accidentes en los patrullajes que duran entre diez y quince días.

Según inteligencia militar, los colombianos se  han ubicado en la orilla del río San Miguel, del lado ecuatoriano, estratégicamente para abastecer a la guerrilla con alimentos, armas e información privilegiada.

El coronel Javier Pérez, oficial de inteligencia de la IV división, asegura que  en Barranca Bermeja, Puerto Mestanza, El Palmar, Teteyé, entre otros caseríos, más del 95% de los pobladores son colombianos.

La mayoría de ellos, afirma, son asistidos por la Asociación Latinoamericana de Derechos Humanos (Aldhu), que les proporciona cámaras de video para grabar a los uniformados y denunciar supuestas violaciones a los derechos humanos.  Según investigaciones, dos miembros de la Aldhu son señalados como ex miembros de las FARC.

Información militar señala que José Reyes abrió las oficinas de la Aldhu en su casa, y desde allí despachaba aproximadamente 300 carnés diarios. “Es un colombiano con cédula ecuatoriana, que la obtuvo de manera fraudulenta”, manifiesta el reporte militar.

Freddy Castillo, en cambio, fue reconocido por los pobladores como  ex guerrillero.

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