El ex banquero Fernando Aspiazu Seminario apareció de pronto entre quienes hacían cola para ver por última vez a León Febres-Cordero en su velatorio, que se cumple en la Catedral de Guayaquil.

Al igual que el antiguo dueño del Banco del Progreso, fueron miles los habitantes de Guayaquil y de otros sitios del Ecuador quienes acudieron desde las 08:04, cuando se abrió la puerta del templo para que los ciudadanos vean al ex mandatario, ex diputado y ex alcalde.

A nombre del Gobierno nacional estuvo desde el mediodía el vicepresidente Lenin Moreno, quien saludó a los deudos. El presidente Rafael Correa asiste a una cumbre de mandatarios en Brasil.

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Último adiós
Sabían que la Catedral metropolitana abriría a las 08:00, pero quisieron estar antes. No les importó salir desde el sur de Guayaquil en la madrugada. Joel Hidalgo junto con su esposa, Martha Herrera, fueron los primeros en llegar, a las 05:30, a la puerta  de la iglesia, donde ayer se veló al ex presidente León Febres-Cordero.

“De no ser por él, Guayaquil no estuviera transformada. Por eso estoy aquí”, comentaba Hidalgo, mientras esperaba ingresar. Detrás de él, decenas de personas comenzaban a ocupar un puesto en la calle Chimborazo, en el centro.

En la fila había amas de casa, conductores, empleados de fábricas, seguidores socialcristianos, gente que decía conocer algo del extinto ex alcalde, que murió el lunes de un cáncer pulmonar. “Yo vengo en agradecimiento”, mencionaba Sara Pérez, al conversar con otras personas en la vereda.

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Aún faltaba más de una hora para que se cumpliera el primer oficio religioso y  en las afueras de la Catedral  se contaba más de un centenar de ciudadanos. Entre ellos, el ex banquero Fernando Aspiazu, quien vestido de guayabera blanca hacía turno para ingresar. No quiso hablar mucho, solo se limitó a decir que el país estaba de luto.

Dentro del santuario se preparaba todo. La hija menor del ex mandatario, María Fernanda Febres-Cordero, estaba sentada al pie del féretro. Recibía las condolencias de quienes lograron acceder por una de las puertas laterales.

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Un  grupo de mujeres dirigió varias plegarias hasta antes de las 07:50, cuando se encendieron todas la luces de la Catedral y se permitió el acceso al público. A esa hora, empleadas municipales armaron una calle de honor, junto a la escolta de la Marina, para ordenar el paso de la gente por el féretro.

Afuera, la fila de seguidores que querían expresar sus condolencias ya alcanzaba dos cuadras. Se coordinó que cada pasada fuera rápida. Unos se persignaban. Otros frotaban sus manos en el ataúd. Y hay quienes no contuvieron el llanto.

Héctor Freire, de 89 años, se llevó las manos al rostro cuando le tocó su turno. “Me conmovió, porque lo consideraba mi amigo”, decía al secar sus lágrimas. Otra mujer de avanzada edad lloraba y pedía que la dejaran “ver al León por última vez”.

La primera misa arrancó puntual, a las 08:00. El arzobispo de Guayaquil,  Antonio Arregui, dirigió el servicio, que dentro del templo se reproducía en circuito cerrado en ocho pantallas. En la calle, dos  altoparlantes propagaban la ceremonia.

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Un pasaje bíblico del libro de Sofonías y una parábola del evangelio de Mateo, en la que se insta a la búsqueda de la voluntad de Dios para la vida,  sirvieron de ilustración del sermón, que se replicó cada hora, con distintos sacerdotes.

Para la misa de las 10:00, a la que se unió un contingente de granaderos de Tarqui, varias figuras públicas estaban en la iglesia y otras hacían su arribo. El ex ministro de Comercio, Oswaldo Molestina; el ex canciller Antonio Parra Gil; el ex presidente de la Corte de Justicia, Galo Pico, y el ex vicepresidente Eduardo Peña Triviño estaban entre los asistentes.

En el lugar se observó a funcionarios del Gobierno. Ricardo Antón, director de la CTG, estuvo temprano y saludó con varios familiares de LFC, como Miguel Orellana, yerno del ex alcalde. También  ingresó el ministro del Litoral, Nicolás Issa.

Cerca de las 11:00, decenas de páginas con condolencias y firmas estaban llenas en los ingresos principales. En las hojas constaba la frase: “Homenaje en memoria del Sr. Ing. León Febres-Cordero”. Narcisa Carranza, una seguidora del líder socialcristiano, se animó a dejar un escrito: “Paz en tu tumba, querido amigo fiel. Gracias, mil gracias...”.

Entrado el mediodía, cuando la escolta presidencial había dado los primeros toques de trompeta en honor a LFC, ingresaron el alcalde Jaime Nebot y miembros del Concejo, que minutos antes habían terminado una sesión extraordinaria. Un aplauso se escuchó en el templo mientras la comitiva  avanzaba al sitio en el que se encontraban sentadas las hijas y los hermanos de Febres-Cordero.

Textuales: Reacción
Eduardo Peña, Ex vicepresidente
“(LFC) Es un hombre que cumplió con su deber. Trabajó muy enérgicamente por salvar al país de algunas amenazas”.