David Viteri, ecuatoriano, recuerda que cuando llegó a Italia, hace dos años, fue la escuela y el contacto con sus nuevos compañeritos de clase los que le abrieron paso a su integración en este país. Actualmente Davide –nombre italianizado– tiene 12 años y escucha con preocupación los cambios anunciados para los que como él pertenecen al grupo de estudiantes hijos de inmigrantes.