Del 1% al 2% de foráneos afectados por la crisis dejan su sueño de una mejor vida en España.

Rodolfo Jaramillo mira alrededor en su departamento de Madrid el equipo de música apilado y una fotografía de periquitos en la pared. Se encoge de hombros. Han pasado tres meses desde que pagó una hipoteca y planea volver a Ecuador.

Jaramillo tiene 40 años de edad y ha vivido 9 en España. En los últimos seis meses perdió su trabajo en el sector de la construcción, su esposa permanece en Quito porque su pedido de visa para el país ibérico fue rechazado y sus dos hijos, ambos ciudadanos españoles, retornaron con ella.

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Solo y sin trabajo en España, no ve otra opción que dejar atrás sus deudas e irse a casa. “El banco me ofreció diferentes términos de pago de la hipoteca, pero no tengo el dinero. En cuanto me deshaga de este departamento, si tengo que dejarlo o ellos se lo quedan, regreso a Ecuador”, dijo el inmigrante.

En los mejores años de España, los bancos cortejaban enérgicamente a los inmigrantes, actualmente unos 5 millones. Pero ahora algunos, como Jaramillo, vuelven a sus hogares. Los que se quedan limitan sus recursos al tiempo que crece la competencia por el empleo.

“El año pasado trabajando en un terreno para la construcción de casas en Madrid por un salario de 1.800 euros al mes (2.412 dólares al cambio actual). Ya nadie construye casas y hay menos trabajo o, si lo hallas, te pagan 1.300 o menos (1.742 dólares)”, dijo Franklin Vallejas, de 42 años, otro ecuatoriano.

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La  economía entraría en recesión este año y la construcción, una de las mayores fuentes laborales para los inmigrantes, se estancó por la crisis.

Entre el 1% y el 2% ya han retornado a sus países, señala un estudio de Luis Miguel Doncel, profesor de economía de la Universidad Rey Juan Carlos.

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Según el Banco de España, el dinero que envían a casa los extranjeros que viven en el país ibérico cayó el 5%, a 3.600 millones de euros (4.824 millones de dólares) en la primera mitad del 2008, respecto a los 3.800 millones (5.092 millones de dólares) del año anterior.

Un estudio realizado por Javier Morillas, profesor de economía aplicada de la Universidad San Pablo-CEU de Madrid, indica que más del 90% de las hipotecas morosas son de inmigrantes. Además, el desempleo afectó al 16% de los extranjeros legales en el segundo trimestre del 2008, contra el 10,4% de la desocupación total.

Los bancos permitieron que los extranjeros usaran a sus parientes como garantes aunque tuvieran una situación económica precaria. Jaramillo  obtuvo la hipoteca conjunta con su esposa y el respaldo de su cuñado, quien le vendió el departamento, de una tía y de un amigo.

Los pagos mensuales por el departamento comenzaron con una base de 900 euros (1.206 dólares) por mes. El ecuatoriano ganaba 1.900 euros (2.546 dólares) al mes y su esposa, Ana María, de 39 años, 800 (1.072 dólares).

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Casi dos años después, las cuotas mensuales de la hipoteca subieron a 1.300 euros (1.742  dólares). Además, Jaramillo empezó a recibir menos de 1.000 euros (1.340 dólares) al mes por subsidio de desempleo, ya que perdió su trabajo tras sufrir un accidente de tránsito. Dos de sus tres garantes también quedaron desempleados.