Jeff se pregunta de qué sirve ser bueno si se puede ser mediocre; dice que le hizo daño el almuerzo oficial que le invitaron en Quito.

El atleta cuencano Jefferson Pérez lamentó que el homenaje del Gobierno nacional, el pasado 11 de septiembre, haya sido colectivo y no para quien ganó una medalla de plata en los JJ.OO. de Beijing 2008.

“¿Para qué ser buenos si podemos ser mediocres y vamos a recibir las mismas atenciones?”, reflexionó el doble medallista olímpico en una entrevista a este Diario.

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Jefferson Pérez (34 años) ya está retirado de la actividad deportiva. Se despidió con un tercer lugar en el circuito mundial de marcha, en Murcia, España. Así como no existió un acto oficial para homenajearlo por la medalla de plata que ganó en los JJ.OO. de Beijing, tampoco hay noticias sobre algún acto oficial para decirle adiós al mejor deportista ecuatoriano de todos los tiempos.

Jeff prefiere bromear ante esas situaciones y a este Diario le dijo, el pasado martes, que en Murcia no fue primero porque tal vez le hizo daño la “comida oficial” que le brindaron en Quito, a su retorno de Beijing.

Y sobre ese homenaje colectivo a los deportistas tricolores que fueron a los JJ.OO. indicó a Nueva Emisora Central: “Regreso de unos Juegos Olímpicos sacando mi segunda medalla, después de 12 años, y me dicen que no vamos a rendir homenaje al medallista, sino a la participación de todo el equipo. Entonces no era tan necesario sacar una medalla si igual íbamos a recibir el mismo homenaje. ¿Para que ser bueno si podemos ser mediocres y vamos a recibir las mismas atenciones?”.

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En entrevista con este Diario aclaró “No importaba si llegaba primero ni último (en Murcia), solo quería estar junto a los emigrantes ecuatorianos para rendirles un homenaje”.

En la parte final de la prueba en Murcia tuvo problemas con su salud ¿qué pasó?
Bueno, a manera de broma y si van a publicarlo quiero que sea literal: tal vez me hizo mal la comida que me invitaron en Quito de manera oficial (sonríe). Sí, tuve problemas estomacales y deshidratación.

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¿Se refiere al homenaje que realizó el Gobierno a los deportistas olímpicos?
(Vuelve a sonreír) Yo no dije eso. Por eso pedí que se publique literalmente mi respuesta, pero eso en son de broma. De hecho sufrimos mucho, en la noche casi todos los atletas estuvimos fuera de forma. En mi caso, cuando regresé a Ecuador (de Beijing) tuve un millón de actos. Viajaba de Cuenca a Guayaquil y de Guayaquil a Quito para comernos un plato de comida y decir ‘gran homenaje’. Y regresarnos otra vez a Cuenca (vía terrestre) porque estaba cerrado el aeropuerto. Me costó mucho.

¿Al final de la prueba, usted dijo que se sentía muy contento por el cariño que le demostró la gente ecuatoriana que reside en Murcia, sin necesidad de haberles ido a ofrecer algo, ¿fue un mensaje político de su parte?
No fui a ofrecer nada. Tampoco tengo autoridad para decirles voy a darles un proyecto y van a mejorar, van a tener escudos fiscales durante el primero o segundo año que regresen a Ecuador, siempre y cuando inviertan en el país y hagan empresa durante los próximos 10 años. Yo no puedo ofrecer eso, no voy a ofrecer nada que no tenga. Entonces eso fue lo lindo, fue espontáneo el accionar de la gente, fue un cariño, un afecto increíble. Me parece que si llegaba a ofrecerles algo, no hubiese habido tanta gente. Lo único que llegué a ofrecerles es lo que he sentido en los últimos 20 años: cariño, afecto y amor al momento de representarlos.

¿Fue un mensaje político?
Lo que pasa es que hay que considerar la susceptibilidad y sensibilidad de las personas. Algunos podrán interpretar exactamente el mismo mensaje de una manera y otras de otra distinta. Estamos en un país donde las personas pueden tener libertad de interpretación, cada quien interpreta como quiere. Lo que no pretendo es decirles a las personas qué hacer, sino que simplemente reflexionen sobre las cosas que digo. 

¿Qué fue lo más emotivo de su estadía en Murcia?
Las lágrimas. Las lágrimas de emoción de niños, jóvenes, adultos y ancianos, eso fue lo más lindo. Ver a mi gente llorando de alegría, de emoción, de orgullo, de respeto, porque todo el resto de personas nos respetaba; eso fue increíble. Fue hermoso ver a más de 15.000 ecuatorianos vestidos de amarillo en la calle (Gran Vía de Murcia).

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¿Qué mensaje le da a la sociedad ecuatoriana, ahora usted que se ha retirado?
Que no tengan miedo a ser mejores y tampoco miedo de enfrentarse al mundo. Que si nacimos y crecimos con limitantes económicos no tengamos miedo a trabajar como nunca en nuestra vida, y dejar mejores condiciones de vida para nuestros hijos. Así nos cataloguen con adjetivos descalificativos y nos tachen de traidores, no tengamos miedo. Dios nos mandó a este mundo con la misión de mejorar... Tenemos que vencer al paradigma de la mediocridad y no solo esperar que nos cubran los aspectos básicos para vivir.