Jefferson Pérez, doble medallista olímpico y tricampeón mundial de marcha, le puso punto final a su carrera deportiva.

El  ecuatoriano Jefferson Pérez se despidió ayer de las competencias con una tercera posición en la final del Circuito Mundial de Marcha en Murcia, prueba que ganó el español Francisco Paquillo Fernández (1h23m14s). El cuencano se ubicó en tercer lugar con 1h24m35s.

Pérez suelta frases cortas. Ideas claras. Nada de excesos. El marchista tricolor acumula jornadas enteras dedicadas solo a asistir a homenajes. Un día sí y el otro también. Pero en Murcia encontró la tranquilidad que tanto anhelaba.

Se ejercitó junto con Rolando Saquipay a lo largo de las riberas del río Segura. Despachó a destajo palabras cargadas de profundo contenido, mientras estrechaba decenas de manos de inmigrantes ecuatorianos.
“No cambie, por favor”, le pedía Juanita Mejía la tarde del sábado.
“Ojalá cambie y aprenda más. Lo importante es que la esencia permanezca”, le respondía el andarín. Siempre cercano, siempre con una sonrisa incombustible. “Es que cuando estoy fuera extraño más a la gente de mi país”, confiesa en un diálogo con este Diario.

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Está satisfecho
Difícil tarea la de resumir 20  años cuajados de éxito. Tal vez por ello el cuencano se limita a decir que se siente satisfecho porque en el imaginario colectivo su nombre permanecerá unido al de un atleta “peleador”, más allá de los triunfos y las derrotas (que también ha tenido).

Lo mejor de estas dos décadas, según el andarín: “Quitarme complejos de la cabeza”, como que “un tercermundista no puede llegar a ser el mejor del mundo”.

Así, echando prejuicios por tierra, Jeff quiere seguir. A partir de ahora lo hará concentrado en su preparación académica en la Universidad estadounidense de Georgetown (Washington) y el Instituto de Empresa Business School (Madrid), donde obtuvo becas para estudiar Ciencias Políticas y Gestión Deportiva, en ese orden.

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Reconoce que cometió errores “por quedar bien con otras personas”.
Uno de ellos le impidió subirse al podio en Atenas 2004. Relata que el día antes de la carrera “fui con la prensa a hacer unas tomas del recorrido en un clima extremadamente caluroso, en lugar de quedarme en la Villa Olímpica”. En la competición no sufrió problemas de estado de forma, pero sí de deshidratación.  Todos (incluso él mismo) le adjudicaron la medalla antes de ganarla. Terminó en cuarto puesto. No se arrepiente. “Si eso no hubiese ocurrido, no habría competido estos últimos cuatro años”, dice.

Esposa e hijos
En este tiempo dedicado a las pistas se ha privado de la posibilidad de tener esposa e hijos. Ya vendrán en el futuro. Los planes se amontonan para el marchista, quien convierte cada frase en una declaración de intenciones. Se lleva las manos a la cabeza por la incomprensión de las autoridades y aboga por optimizar la estructura deportiva en Ecuador que significará  el mejoramiento de los resultados. “Ahora voy a pelear más porque ya no soy beneficiario”, anticipa.

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Desde esa lógica Jefferson entiende que “los dirigentes y entrenadores tienen que cumplir con su responsabilidad. Hay muchos jóvenes con talento superior al mío. Varios se perdieron deportivamente porque no los motivaron adecuadamente”. Cree que en esa cantera puede estar su relevo.

Jeff lo ha dejado todo en el asfalto. Hasta su salud. En estos últimos tiempos lo han perseguido las lesiones. Hoy no lo embarga el dolor por su despedida. “¿Pena? ¿De qué, pues?”, pregunta. En estos más de veinte años “disfruté, me emocioné, sufrí y peleé”. “¿Pena? No, ninguna”, insiste. Extrañará las pistas, claro. Los recuerdos abundan y  abruman. Pero a Jefferson Pérez se lo ve tranquilo en la línea de largada de esta nueva etapa en su vida. Y  quizás  algo que es más importante, está feliz.

Jefferson Pérez
Ex marchista tricolor

“El futuro para mí comienza ahora”.

“Ojalá cambie y aprenda más. Lo importante es que la esencia permanezca”.

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“(Pude) quitarme complejos de la cabeza... (como que) un tercermundista no puede llegar a ser el mejor del mundo”.