Y, sí, hubo lágrimas como Jeff vaticinó. Pero lágrimas contenidas mientras caminaba arropado por cientos de inmigrantes, esos héroes a los que, como él dice, “nadie dará una medalla”, pese a su valía. Pero ayer no era un día para hablar de competición de alto nivel. “La verdadera competición viene ahora, después de 20 años de entrenamiento”, dijo el andarín. Ayer era el día de un atleta rendido a su pueblo.