Los cubanos viejos lo comparan con un mítico ciclón que asoló la isla en 1944. No hubo muertos.

Pueblos y cultivos arrasados, árboles y torres eléctricas caídos, calles cubiertas de troncos y tejas, y miles de personas asombradas de tanto destrozo dominaban ayer el paisaje en la provincia cubana de Pinar del Río, azotada el sábado por el huracán Gustav.

Considerado uno de los ciclones más violentos en 50 años, el ciclón atravesó el oeste de la isla con rachas récord de viento de 340 kilómetros por hora, y los cubanos más viejos lo comparan con un mítico huracán que arrasó en 1944 el este cubano.

El Gobierno destacó que ninguna persona murió y que solo hay heridos y lesionados de menor grado, en contraste con las 96 muertes que Gustav dejó en Haití (76), República Dominicana (8)  y Jamaica (12).

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En la costa sur de la isla, el mar penetró hasta siete kilómetros tierra adentro y la televisión mostró imágenes de grandes barcazas levantadas por olas de hasta seis metros de alto y depositadas en la plaza del pueblo, donde la gente caminaba con el agua al pecho.

Maritza Azcuy, de 40 años, relató que al principio esperó el paso del huracán bajo el umbral de la puerta de su cocina, hasta que la fuerza del viento comenzó a mover su casa, y entonces se desesperó y salió corriendo, con sus equipos eléctricos a cuesta, hasta una casa vecina.

En los pueblos de Paso Real  y Los Palacios, los vecinos hablan de casas levantadas de raíz como árboles, de conocidos a quienes el desastre dejó “sin nada” y de otros con pertenencias flotando en casas anegadas.

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Unas 600.000 personas fueron evacuadas preventivamente para protegerlas del huracán. El panorama es desolador, dijo un reportero contactado telefónicamente por la televisión en la Isla de la Juventud. “Parecía la onda expansiva de un artefacto militar... edificios sin ventanales, sin puertas, pocos árboles en pie, agregó el locutor.

“Se acabó el mundo, vamos a tardar 20 años en recuperarnos”, exclamó José Rodríguez, de 32 años, en Los Palacios, donde siete personas fueron lesionadas, 7.000 casas quedaron sin techo, sin ventanas o con paredes derrumbadas. Pero ayer los cubanos salieron de sus casas para evaluar daños y recuperarse, mientras se restablecían la electricidad y el gas.

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