Sus trabajos más reconocidos son los que hizo para las películas Pulp Fiction, la obra maestra de Quentin Tarantino, y Ocean’s eleven (en la que actuaron George Clooney, Brad Pitt y Julia Roberts), que obtuvieron los puestos número 3 y 14, respectivamente, en la lista de los mejores afiches de los últimos 25 años de la revista Entertainment Weekly.

El sitial que ha logrado no es casualidad. Siempre fue el artista del barrio, de la escuela y siempre se vio como una persona con un talento especial, el del dibujo. En el segundo año, en Parsons ganó un concurso de Miramax Films con el diseño de un póster para la película de horror The Burning. Cuando finalizó sus estudios, en 1988, ingresó a la compañía, donde llegó a desempeñar el cargo de director de arte.

En 1994 creó su propia empresa, Indika, nombre de un libro de Ctesias, uno los generales de Alejandro Magno, que relató la historia de la India. Esta compañía la regenta junto con su socio Vivek Mathur, de origen hindú, quien maneja los negocios de la empresa en la costa oeste de Estados Unidos, desde Los Ángeles. James, en cambio, se ocupa de la costa este, desde Nueva York.

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Verdesoto recuerda que para el afiche de la cinta Inocencia Interrumpida, con la que Angelina Jolie ganó un Oscar como Mejor Actriz de Reparto (2000), él había realizado 40 diferentes bocetos, pero el primero que realizó fue el que más gustó a los productores de la película.

Explica que las reglas básicas para hacer un afiche cinematográfico son tener una imagen singular, elementos sexis (pero no sexuales) y espacios negativos negros o blancos alrededor de la imagen. Son sus creaciones los de las películas El paciente inglés (nueve premios Oscar), Y tu mamá también, Como agua para chocolate, Mi pie izquierdo, El tigre y el dragón, El piano, Día de entrenamiento, La delgada línea azul, Farenheit 9/11, El último Samurai, Spay kids, Tacones lejanos, entre otros.

James Verdesoto se radicó en Nueva York, Estados Unidos, en 1966, cuando tenía cinco años, allí se reencontró con sus padres que años antes habían emigrado, y empezó su nueva vida, en una gran metrópoli donde las oportunidades para triunfar en el arte son pocas por el alto nivel competitivo.

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“Una beca me salvó la vida”, dice. Gracias a un programa de incentivos para las minorías de Estados Unidos, promovido por el entonces presidente Jimmy Carter, pudo ir a la escuela de arte Parsons School of Desing de Nueva York.

“Si no hubiese estudiado arte allá, yo habría...”, sus palabras se cortan. Se produce un silencio muy pronunciado. “Ahí es cuando, nunca lo he pensado seriamente, las cosas se dieron así”, completa la idea en un español que volvió a aprender a escasos cinco años atrás, como una premonición para su reencuentro con Ecuador y su familia. Al llegar a Quito vio a sus primos, con lejanos recuerdos, casi borrosos. No obstante, manifiesta que es hermoso ver a tantos nuevos parientes que lo ven en lo que puede considerarse un retorno triunfal.

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El artista ecuatoriano realiza una exposición de sus mejores afiches en el Centro Cultural Itchimbía, la cual estará abierta al público hasta el 31 de agosto próximo. Cada uno de los carteles tiene una historia diferente, son el resultado de un arduo trabajo en equipo.