En Estados Unidos, durante los años setenta, la NASA realizó estudios que fueron abandonados cuando cayó el precio del petróleo. Hoy, con la subida de los precios, con la perspectiva a largo plazo de agotamiento de los pozos, y con la evidencia de los daños nefastos que sus derivados han causado al medio ambiente, el interés por la energía solar ha vuelto al país del norte. Pero no solo a este, sino también a un pequeño país que ha dado grandes sorpresas al mundo: el Japón. Sin petróleo ni extensos territorios para producir vegetales y con ellos biocombustibles, ahora Japón afinca su futuro en la energía solar. La Agencia de Exploración Espacial nipona ha puesto en marcha un ambicioso proyecto para utilizar energía solar mediante un insólito sistema consistente, por lo esencial, en un generador ubicado en la órbita geoestacionaria y que transformaría la energía solar en microondas o rayos láser que, transmitidos a la tierra, generarían un gigavatio (mil millones de vatios) de energía, la cual sería convertida en electricidad. Este sistema produciría energía equivalente al de una gran planta nuclear. Según el proyecto, el generador estará en órbita en el 2030. Se prevén varias ventajas sobre la generación energética por petróleo, carbón o biocombustible. Se menciona que sería una energía “limpia”, no produciría los gases causantes del calentamiento terrestre, sería utilizable las 24 horas del día, sin cambios a lo largo del año, su eficiencia pudiera superar a los actuales procesos de producción energética, sería segura y, dentro de los límites previstos para el sistema, no ocasionaría trastornos al hombre. Los equipos receptores de microondas o rayos láser estarían ubicados mar adentro. A cambio del gigantesco costo del sistema, se calcula que la energía utilizable costaría menos que la de los sistemas actuales, unos 6,5 centavos de dólar por kilovatio-hora.

Más de 180 científicos japoneses, con la disciplina característica de ese país y con apreciables  recursos económicos, están dedicados al fabuloso proyecto.

Con esta política energética, Japón puede convertirse en el primer país en no contaminar la atmósfera y por ende, no incidir en el calentamiento global. Daría entonces ejemplo al mundo y pleno cumplimiento a las resoluciones internacionales en esta materia.