Prueba de ello, la salida de Alberto Acosta de la Presidencia de la Asamblea, sacrificando los principios que tanto pregonó defender, para convertirse en una mano más que se allane a los designios del hijo de las encuestas.

Y luego de ello, como cereza del pastel, la destitución de Fausto Ortiz.

Fausto Ortiz ha sido amigo personal de Rafael Correa, compañero de campañas universitarias, compañero desde la fundación de Alianza PAIS; era quien le manejaba la agenda en la campaña y se recorrió el Ecuador a su lado, presentándolo en círculos importantes e incluso, según se ha conocido, gestionando importantes aportes para la causa.

Fue su brazo derecho en el Ministerio de Economía, durante la presidencia de Alfredo Palacio y su ministro de Economía hasta el día D.

Para un economista como Correa, el Ministerio de Economía es la “niña de sus ojos”; si hay algo importante para un presidente economista es esa cartera de Estado y por casi un año la confió a su amigo, compañero y colega.

¡Es evidente, por lo tanto, que Fausto no es socialcristiano, ni pertenece a la vieja partidocracia, ni es afín a la familia Isaías, ni pelucón, ni empresario vende patria, ni gordito horroroso, ni bestia salvaje…!

Entonces, ¿por qué se negó, como ha trascendido en la prensa (incluso en la oficial) a firmar la incautación de los bienes presuntamente pertenecientes a los ex accionistas de Filanbanco?

¿Será que sus asesores le hicieron notar el cúmulo de ilegalidades que tal decisión representaba y las posteriores consecuencias civiles y penales que ellas le acarrearían?

¿Será que Fausto, a diferencia de los otros, sabe que el primer deber de un funcionario público es respetar la Constitución y por ello se resistió a hacerlo?

Lo cierto es que, como premio a la lealtad y trabajo entregados por Fausto, su amigo, el Presidente, lo botó.

Pero fuentes reservadas, recogidas por algunos medios, hablan de un trato muy fuerte en el momento en que se retiraba el ahora ex Ministro, lo cual podría confirmarse con las posteriores declaraciones del Presidente, en las que alude a ciertas conductas cobardes, sin decir eso sí, a qué cobarde se refería. Hay una palabra que comienza con la letra m que significa lo mismo.

Y en lugar de Fausto, designa a un personaje nefasto para quienes defendemos el estado de derecho y el respeto a las leyes y a la Constitución.

¡A un personaje enjuiciado por pagar millonarios honorarios a un abogado sin haber cobrado; es decir  por malos manejos de fondos públicos, que no fue absuelto por la justicia, sino por la Asamblea!

¿A ese personaje se le encarga ahora el manejo de la economía del Ecuador?

Al parecer, en este gobierno no hay ideología, ni valores como la amistad, la lealtad, el debido proceso, la coherencia, la búsqueda de la verdad, o el respeto a la opinión ajena.

Bien parece que solo hay una mente que atropella lo que se le cruce en el camino hacia el control total y perpetuo. El tiempo lo confirmará.