Reconozco que tengo una posición política tomada. Como investigador de la opinión pública, visito barrios y pueblos, converso con la gente de mi país, y mi alimento vital, desde hace años, es sentir la firme voluntad de cambio del pueblo. La mayoría de ecuatorianos queremos una transformación profunda, para construir un nuevo país más justo para nuestros hijos.  Entusiasmados, apoyamos el SÍ en la consulta popular del 15 de abril del 2007 y votamos por los candidatos que creímos que iban a llevar este mandato a la Asamblea, el 30 de septiembre del mismo año.

Por suerte, hasta ahora la oposición se ha especializado en usar argumentos deleznables para tratar de detener el cambio. Sus líderes están anclados en discursos y prácticas del pasado; creen que el mal ejemplo de Bolivia va a asustar. Los medios que promocionan el NO tampoco tienen puntería, han perdido credibilidad, y el cacareo sobre los sexos y la supuesta pérdida de libertades no pegan.

Sin embargo, la propia Asamblea ha mandado tantos mensajes equívocos, que se ha llegado a una pérdida casi total de la confianza. La institución y sus representantes, con la casi única excepción del presidente Alberto Acosta, han dejado de ser voceros legítimos.  Sorprende la ingenuidad con la que, aunque sea de buena fe, los asambleístas siguen saliendo a los medios a ocasionar más confusión con temas inverosímiles y pugnas sin ningún sentido. No encuentro mejor comparación que el Barcelona 2008: pueden ser unos jugadores de primera, pero no tienen disciplina (es decir, no saben jugar en equipo). Y el resultado está a la vista, es un desastre.

Otro error es pensar que el presidente Rafael Correa y su buena imagen son ganchos suficientes para ganar el referéndum. “Dile Sí a Correa” es un argumento válido para unos cuantos admiradores. Peor si se quiere convertir la campaña en una batalla contra Nebot. Han creado, en definitiva, una cantidad de frentes y han colocado al proceso de transformación al borde del precipicio.

El posible triunfo del NO, más allá de satisfacer a los enemigos políticos del régimen, no le conviene al país. Es por eso que creo que debe replantearse el debate. 
Que deje de ser una pelea entre los que están a favor y los que están en contra de Correa, del aborto, de los gays, etcétera. Es hora de que el Ecuador no político se manifieste para defender lo que se ha avanzado. Pero también se debe poner un límite a los desvaríos ideológicos y que la Asamblea nos entregue evidencias de que la nueva Constitución es buena, que va a mejorar nuestras vidas.

* Consultor político.