¿Cuántas veces se le dijo a Alberto Acosta que por el camino que iba no habría tiempo para redactar una nueva Constitución?
¿Cuántas veces se le explicó al Gobierno –previo a la crisis de Mutualista Benalcázar– que su manejo arbitrario del sistema financiero era peligroso?
¿Cuántas veces se le hizo notar al Frente Económico que con subsidios no se detendría el alza del pan ni la inflación?
¿Cuántas veces se le anunció a los asambleístas de Alianza PAIS que si se empantanaban en asuntos secundarios, como el placer sexual o modificar los símbolos patrios, perderían credibilidad?
¿Cuántas veces se le dijo a Mónica Chuji y al movimiento indígena que los insultos del Presidente provocaban falsas divisiones?
Ahora debemos hacerles una nueva advertencia a Rafael Correa y su equipo. Hacen mal, muy mal, en utilizar el aparato y los recursos del Estado para estar en campaña electoral permanente, llamando ahora a votar a favor de una Constitución que ni siquiera conocemos.
Esa no puede ni debe ser la función del nuevo Gobernador del Guayas, como se dijo durante la reciente posesión de Leonardo Vicuña. No cabe tampoco que se levanten tarimas en cada ciudad para que el Primer Mandatario convenza a los electores, ni menos aún que se gasten millones de dólares en publicidad con esa intención.
No deben hacerlo porque sería inmoral. Una revolución ciudadana debe tener la decencia de apelar a la inteligencia del pueblo y no a las ambigüedades, o a promesas demagógicas, o a un bonito eslogan de campaña.
¿Cuál es la diferencia entre tomar Coca-Cola porque es “la chispa de la vida” y apoyar una Constitución que todavía no existe porque “la patria ya es de todos”?
Al menos la Coca-Cola la conocemos, sabemos su color y sabor.
Tampoco deben hacerlo porque una democracia participativa real no puede basarse en una idea tan precaria como aquella de que el país se divide en dos, los que están con Correa y los que están contra él, así que no importa lo que diga la Constitución, lo que cuenta es apoyar a Correa.
Repito, no nos hagan votar a favor o en contra de Correa. Porque si ponen así las cosas, el tiro podría salirles por la culata. El resultado del referéndum no dependería en ese caso de las virtudes o defectos de la nueva Carta Magna, sino de la suerte de los marinos para corregir sus metidas de pata en Petroecuador, o del éxito de la Superintendente de Bancos para no volver a apresurarse innecesariamente, o de la prudencia de Tania Hermida para que no nos proponga ahora que reflexionemos sobre las diferencias semióticas entre el cangrejo y la concha spondylus.
Las orejas no se hicieron para colgar aretes. Su verdadera función es ayudarnos a escuchar. Lo malo es que hay gente que se tapa los oídos y no se entera de nada. Hasta que se da de bruces contra la pared de la realidad.