Una institución financiera maneja el dinero ajeno, tanto como guardián (seguridad) e inversor (rentabilidad). Administrar una institución de esta naturaleza demanda características de control diferentes a las de otras empresas en las que el factor tiempo de rendimiento se puede extender sin peligro inminente. En finanzas el tiempo y la recuperación del dinero son factores que demandan una vigilancia exigente, que se facilita por la tecnología informática.

Después de Mahuad y compañía, se creyó que la Superintendencia de Bancos habría mejorado los controles a las instituciones financieras, que demandan la volatilidad del dinero ajeno; pero se ve que no ha habido tal. Los controles rutinarios, en su mayoría, ya son obsoletos y fueron buenos para época pasada. Además, si los mecanismos de control y la gente que los opera no están fuera de la influencia política, el sistema está destinado al fracaso.

De otra parte, toda actividad de control tiene que ser independiente e imparcial. Tratándose de la Superintendencia de Bancos, la influencia de la política hace muy difícil cumplir con estos enunciados. El uso estratégico, sistemático y oportuno de la información financiera por parte de los actores, además del olfato que da la experiencia, forman un cuadro del que difícilmente escapa una gestión, salvo que se tratara del imprevisto asalto o de la destrucción de información.

Hay mucho pan que rebanar en el caso de la Mutualista de marras. Pero casi con seguridad el asunto morirá cuando el banco pagador acalle a los depositantes. ¿Quiénes serán los beneficiarios del atraco y quiénes los responsables? Una vez más se crea duda sobre el sistema financiero ecuatoriano.

Me atrevería a decir que si se examina el flujo de la información y la revisión de los papeles de trabajo que se hayan levantado, se encontrará que se habrá dejado de cumplir ciertos procedimientos mínimos. ¿Existió acaso una revisión de la calidad de la información que sustente el cierre de operaciones de la Mutualista? Las tendencias una vez que aparecen tienden a permanecer.

El final indica que la empresa estuvo mal administrada, que el control por parte superior falló en mitad de la línea, por negligencia o por ignorancia.

Una vez más está lesionado el sistema financiero y se desconfía del ahorro personal puesto en estas instituciones. La Superintendencia de Bancos también demuestra lo poco técnica, operativa y por sobre todo eficaz, que debe ser. El Estado con sus recursos pagará, si es que llega a hacerlo.

(Gran parte de mi vida profesional la he pasado como auditor, mi formación es, por lo tanto, en el área de control, la disciplina y la lógica financiera, que van desde la selección de quién controla, la redundancia y los informes finales debidamente discutidos con la gerencia superior).