Un fotógrafo español expone  De vueltas - GYE, una recopilación de gráficas con estampas de Guayaquil. La muestra se puede visitar desde el 21 de mayo, de 09:00 a 19:00, en la Urna Norte del Palacio de Cristal del malecón Simón Bolívar. Nació en Barcelona (1975), es licenciado en física e hizo un posgrado en realización de cine y televisión. Se encuentra en nuestro país desde diciembre del 2002, donde se ha desarrollado principalmente como fotógrafo y director de cine publicitario y catedrático en la Universidad Casa Grande.Carlos Pérez L. dice: “Guayaquil es una ciudad que recién se levanta de una tarde de siesta. Es una de las pocas ciudades que aún destila un sabor especial, como de ron añejo, guardado durante décadas y que si uno tiene la osadía de probar es embriagado por una marea de recuerdos de puerto, ría, manglar y memorias escritas en soportales. La experiencia de perderse por sus calles, dejarse llevar por el ritmo pausado de sus días, húmedos y calurosos, comer encebollado en tarrina, comprar un atado de cangrejos o pasear por La Bahía para ser asaltado por mil y un vendedores de lámparas mágicas a precios de risa mientras suena JJ es algo digno de ser vivido al menos una vez, para ser conservado como preciosos recuerdos, como perlas engarzadas en ríos salubres”. Confiesa que antes de vivir esas experiencias, las descubrió en las páginas de Fernando Itúrburu y  de Miguel Donoso Pareja, o en las letras de las canciones de Napo, Segovita o Idrovo. “Fui cargado con esas experiencias prestadas, con lo que me dispuse a capturar estas sensaciones con mi cámara. Sin embargo, esas imágenes aún estaban vacías de un contexto inequívocamente literario, como era esa ciudad imaginada, esa Guayaquil tan perfectamente imperfecta, sin regeneraciones, esa ciudad que lo escupe a uno y lo aplasta contra el asfalto derretido del mediodía, ese puerto-manglar sin mar. Así, pues, fueron los mismos escritores que crearon ese ideal de ciudad los que acabaron contando desde las mismas entrañas de esas fotografías lo que realmente significaba cada una”, comenta. Para Pérez fueron tres años de búsqueda incansable de significado “a esta palabra, ahora ya mágica e intemporal: Guayaquil”. Más info en www.charlie-perez.comJaque mate“Jugando solo. Sin oficio ni fe en el tiempo. El jaque mate ya se lo hicieron toda la historia. Y no lo sabe bien. Ahora no tiene derechos que no sean virtuales, ni demandas que le devuelvan la voz, la estima, la casa digna y la atención que siempre debió tener. A la vuelta están otros, jugando también. Solos también. Jaque mate también”. Jeannine ZambranoCerro Santa Ana“Las ciudades son como la mente del hombre, un lugar en donde siempre uno está perdido”, (Río de Sombras, 2003). Jorge Velasco MackenzieAnimales en venta“Bienvenido a esta ciudad, la ciudad de los encierros. Que las jaulas nos protejan del otro. De las nuevas ideas. Etiqueta a todo aquel que es una amenaza y exhíbelo como rareza. Preferible convertirlo en mascota. Canario. Cuy. Rana. Conejo”. Tina ZeregaDivino Niño“Mira dónde me han dejado y pasan sin reconocerme. Será porque no me ven encaramado ni alumbrado en uno de esos altares donde suelen llamarme el Divino. Aquí soy solo uno más entre los trastos viejos. Peso lo que pesa el yeso de mi forma. Al fin y al cabo, esa es mi realidad”. Jenny Estrada R.Frente a la iglesia“En la urbe guayaquileña, las puertas a lo sagrado, mágico o milagroso pueden estar en cualquier quiebre de mirada, plaza, vereda o callejuela bizarra. Sus signos y símbolos pueden colgar –en aparente indiferencia– de paredes, soportes, quioscos, murales y anuncios de periódico. Solo basta saber moverse en el claroscuro de esos portales para asomarse a los secretos de la ciudad oráculo”. Carlos TutivénDesayunos y almuerzos“‘Desayuno martes’. Hoy no. Tal vez mañana, pero hoy no. Hoy no dejo a mi mujer, no me voy a España, no pago la apuesta, no me suicido, no digo lo que sé, no vuelvo a tomar (solo unito), no me miento más. Hoy no. Eso espero”. Enrique RojasVenta de cacao”Alrededor de 1915, don Ignacio Ycaza Gómez edificaría esta que sería la residencia de su familia. Respetando la tradición del soportal y la construcción en madera, incorporaría como novedad el uso de las buhardillas o mansardas, propias de los gustos afrancesados de la época; sin embargo, se reafirmaba la identidad guayaquileña  a través del uso de la estrella de octubre como elemento decorativo en el tímpano de remate de las ventanas. El olor a cacao y café que surge de su local comercial nos remite a otras épocas que se resisten a marcharse”. Florencio Compte